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Pospandemia: preparar la recuperación económica

bruno susani ciccus

Por Bruno Susani
Nota publicada en el suplemento Cash de Página 12 el 19 de julio de 2020.

Los objetivos de la política económica en la pandemia son preservar la capacidad instalada y sostener la demanda.

En su célebre artículo La pobreza en la abundancia, escrito en el último trimestre de 1934, en plena crisis de los ’30, John Maynard Keynes señalaba que:

sea cual fuere el mejor remedio a la pobreza en la abundancia, debemos rechazar todos los supuestos remedios que consisten en disminuir la abundancia (…) ya que buscar que el acervo de capital sea menos productivo para adecuarse a la caída de la demanda sería un error.

Vale decir que es necesario defender y mantener la capacidad instalada de producción para que en el futuro cercano pueda reactivarse y, utilizando la fuerza de trabajo desempleada, crear nuevas riquezas. 

De otra manera, la reconstitución del acervo de capital necesitará, ulteriormente, un gran esfuerzo de nuevas inversiones. 

A la vez que cristalizaba su crítica a la incoherencia y falencias de la teoría ortodoxa, Keynes construía una proposición teórica alternativa y superadora. Es esta orientación que debe prevalecer para la economía argentina impidiendo la destrucción del acervo de capital.

Dos shocks

En menos de diez años la economía argentina ha sido sometida a dos shocks económicos externos: la Gran Recesión en 2008 y la pandemia actual. 

A lo que se deben sumar los cuatro años del macrismo se aplicó una política económica recesiva, lo cual provocó una disminución importante de la riqueza producida, alrededor del 5 por ciento del PIB, que redujo a su vez el poder de compra de los salarios de los sectores medios y populares y las ganancias de las empresas. 

La nueva caída del PBI producida por la crisis sanitaria se ubica en la continuidad de los dos años consecutivos de caída del volumen de la riqueza producida debido a desastre financiero provocado por la mala praxis del gobierno de Macri

A esto se agrega una especificidad argentina que es una situación de casi default de la deuda pública contraída por el gobierno anterior, que limita la capacidad de acción del gobierno, lo cual describe el desafío excepcional que enfrenta el presidente Alberto Fernández y la estrechez conceptual de los medios de la oposición que apoyaron la desastrosa gestión macrista y tratan de desligarse de sus responsabilidades.

Demanda y oferta

Esta crisis es estructural en tanto afecta a la vez la demanda y la oferta. Daña a las empresas y a las familias que ven su situación económica deteriorada en cuanto sus ingresos disminuyeron más que el gasto lo cual produjo endeudamiento y restricciones.

A nivel global provocó una caída vertiginosa de la demanda que se produjo en el segundo trimestre debido a la retracción del consumo que es el componente más importante de la demanda global. La acción del Estado puede impedir una segunda etapa que es el achicamiento de la oferta que producirá una oleada de quiebras una caída consecutiva del ingreso.

Lo significativo y peligroso de esta evolución de la situación económica es que la crisis de la oferta se traduzca en una conducta de los sectores empresarios que, obsesionados por el corto plazo como lo señalaba Keynes, opten por zabordar las empresas, que significará una destrucción del acervo de capital y de puestos de trabajo

Esto no solo reducirá la la cantidad de empleos y la masa salarial, sino que también provocará una nueva contracción de la demanda formándose así una espiral descendente y aceleradora de la crisis

Demanda

El desafío es justamente por un lado sostener un flujo de actividad económica suficientemente elevado apuntalado por el Estado, sosteniendo parte del pago de los salarios e instalando una moratoria de salarios indirectos y de los impuestos para impedir las destrucción del capital. A la vez, mantener un nivel de demanda para permitir a los trabajadores poder acceder a los bienes necesarios para su consumo y él de sus familias.

En las circunstancias actuales la recesión toca a los tres componentes de la demanda

1. La baja de las exportaciones en volumen y en los precios debida a la crisis internacional.

2. El derrumbe de la inversión ya que los capitalistas no invierten si no anticipan la necesidad de ampliar la capacidad instalada.

3. La caída del consumo. 

La magnitud del consumo es esencial en la reactivación porque determinará la cantidad de capital y empleos que serán movilizados en lo inmediato, pero también porque en los diversos sectores sociales la situación presenta diversos matices que deben contemplarse. 

Por caso, la retracción del gasto del 25 por ciento de los consumidores que tiene mayor poder de compra gracias a ahorros o salarios, pero no pueden o no quieren gastar por precaución y por el temor frente a la pandemia.

Estado 

En el proceso de desconfinamiento los consumidores están temerosos frente al virus, prudentes y reticentes, además exigentes en cuando a las normas sanitarias. Esta porción de la población, como lo muestran las estadísticas en la Unión Europea, tiene el siguiente comportamiento: ha incrementado sus depósitos en cuentas corrientes o depósitos remunerados a la vista. 

Los sectores medios contabilizaron menores ingresos debido al incremento del desempleo o a menos horas de trabajo. Los sectores de ingresos medios y bajos, los más numerosos, son la parte de la población más agobiada por la crisis, ya que carecen de ingresos o han registrado una disminución importante de la demanda. Es un sector numeroso, cuya existencia era conocida, pero el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) ha mostrado que alcanzó en estos últimos años una proporción elevadísima de la población.

Así como la voluntad del Estado debe ser de cuidar la capacidad el acervo de capital e impedir su deterioro, es importante que pueda mantener también un flujo de la demanda efectiva. Esta dependerá de las ayudas económicas provistas por el Estado. La emisión monetaria y el incremento del gasto público, como lo muestran la política realizada en los países centrales es la única vía plausible. 

La velocidad de la reactivación y de la disminución del desempleo dependerá de la percepción que tenga el empresariado de una demanda activa y solvente.

El crecimiento estará en gran parte determinado por las componentes básicas de la economía, vale decir la existencia de un acervo de capital en funcionamiento, la fuerza de trabajo y la demanda efectiva que determinará la cantidad de los dos primeros que deberán movilizarse. 

Esto impone de tomar medidas sensatas y correctas, como hasta ahora, que viabilicen la reactivación económica en el marco del respecto de las condiciones sanitarias.