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Kosteki y Santillán, los fusilados por la Bonaerense que cambiaron la historia

Por Ricardo Ragendorfer para TELAM

Foto: Leo Vaca

A 21 años de la masacre de Avellaneda

Ese día, la incompetencia brutal de quienes debían vigilar una protesta en el Puente Pueyrredón –que separa a esa ciudad de la Capital Federal– derivó en el asesinato de dos piqueteros desarmados, a la vista de inumerables testigos, algunos con cámaras fotográficas y televisivas.

La trama del asunto había comenzado unas semanas antes, cuando llegó a las manos del presidente interino Eduardo Duhalde un inquietante informe de la SIDE. Ese paper, basado en grabaciones clandestinas realizadas durante un congreso nacional de piqueteros en el Estadio Gatica, de Villa Domínico, había sido una iniciativa del subdirector de Inteligencia, Oscar Rodríguez, un ex intendente del partido de San Vicente (quien además estaba casado con la senadora Mabel Müller, muy amiga de la primera dama “Chiche” Duhalde). Y esgrimía la hipótesis de “un plan insurreccional en marcha”.

Nadie imaginaba que en ello estaría el germen de una matanza.

Mediodía del miércoles 26 de junio de 2002. El doble asesinato ya ha sido consumado. Así lo refleja la foto de Pepe Mateos que fue publicada en Clarín. –

Tanto es así que esa disparatada creencia tuvo una gran  acogida entre los “halcones” del gobierno; a saber: el jefe de Gabinete, Alberto Atanasof, el ministro del Interior, Jorge Matzkin, el ministro de Justicia, Jorge Vanossi, y el canciller Carlos Ruckauf. Ellos fueron desde ese momento los encargados de endurecer el discurso oficial. Y súbitamente se revirtió la estrategia de no interferir en las protestas sociales. Así fue el tránsito hacia la mañana de aquel miércoles negro.

La trampa mortal

Aquel día se tejió una fina maniobra con el propósito de deslucir el corte del Puente  Pueyrredón, impulsando primero una situación de caos, con el apoyo de provocadores infiltrados entre los manifestantes. Luego se aplicaría sobre ésta una represión medida, disciplinante y con un alto sentido mediático, para instalar la ilusión de que el “orden” había sido restaurado. No contaban, desde luego con la sutileza de La Bonaerense.

Ya durante el alba, en la sede del Comando de Patrullas de Avellaneda, con asiento en Sarandí, se liquidaron las instancias preparatorias del operativo, del que tomarían parte 110 uniformados y unas ocho brigadas de civil, cuyos integrantes debían mimetizarse en la manifestación. El clima reinante no auguraba nada bueno.

En el cuaderno de guardia quedó asentado el número y el tipo de armas que llevaron los suboficiales. Pero no ocurrió lo mismo con los oficiales, sobre todo los de mayor rango, quienes salieron de la dependencia tras decir “dame aquella”, sin dejar registro alguno. Se trataba de una maniobra habitual entre los efectivos de La Bonaerense, cuyo propósito, en caso de abrir fuego, era precisamente desdibujar los rastros. Pero en esa ocasión, según el testimonio posterior de algunos policías, los suboficiales también fueron pertrechados con proyectiles de plomo. Cada uno llevaba cuatro o cinco cartuchos letales en su Itaka, mezclados con balas de goma.

Los aprestos fueron supervisados por el comisario a cargo del operativo, un sujeto de cejas espesas, expresión de pájaro y estatura ruin.

Santillán es llevado hacia una camioneta, gravemente herido. (Foto: Sergio Kowalewski) – TELAM SE 2022. Queda expresamente prohibida la utilización de este contenido sin citar la autoría de TELAM, la omisión de este requisito es violatorio del Régimen Legal de la Propiedad Intelectual, Ley 11.723. lo que habilita el reclamo de nuestros derechos por vía judicial.

Minutos antes del mediodía, una columna de piqueteros pertenecientes a la Coordinadora Aníbal Verón comenzó a avanzar por la avenida Pavón, a la altura del Carrefour. La policía, sorpresivamente, formó un cordón entre ellos, con el doble objetivo de cerrarles el paso y así dividir la columna en dos. Pero, ante la peligrosa proximidad de unos con otros, los uniformados se replegaron para repetir la acción unos cien metros más adelante, ya bajo el puente. Solo que esta vez no se corrieron ni un milímetro. Y en ese paso de ballet estaba la semilla de una cacería. Primero fueron trompadas, palazos y pedradas, bajo un hongo de gases lacrimógenos.

Entonces se escuchó el primer disparo. Un muchacho se tomó el abdomen. Lograría llegar hasta la estación de tren. Pero se estaba desangrando. Era Maximiliano Kosteki, de apenas 22 años.

Entre tanto, el enjuto jefe del operativo, blandiendo una escopeta, se trenzaba a golpes con otro piquetero. Después retrocedió, pero sin sacarle los ojos de encima. Resultaba curiosa su forma de trabajar; en vez de dirigir las acciones desde un móvil, con un mapa topográfico y un puñado de handys, había descendido al escalón táctico, y se hallaba en el epicentro del conflicto, como si en vez de comisario fuese un sargento más.

El joven que lo había enfrentado enfiló hacia la estación, siempre bajo su atenta mirada. Pocos minutos después, el cuerpo sangrante y moribundo de Darío Santillán (21) era arrastrado por ese mismo policía desde el hall central hasta la calle; colaboraban con él otros dos uniformados (el sargento Gastón Sierra y el cabo Alejandro Acosta).

Adentro yacía Kosteki, ya sin vida. Con un destello de furia, el alto oficial se tocó el cuello, donde exhibía un pequeño corte.

Santillán y Kosteki, ya heridos, en el interior de la estación Avellaneda. (Foto: Sergio Kowalewski)

El tipo no se avivó que la escena había sido profusamente fotografiada por los fotógrafos Pepe Mateos, del diario Clarín, y Sergio Kowalewski, del Periódico de Madres de Plaza de Mayo.

Durante el resto de la tarde saciaría un repentino impulso por exponerse ante las cámaras. Primero se floreó en la puerta del Hospital Fiorito, hasta que un puñetazo en el ojo izquierdo forzó su retirada. Y más tarde, con ese ojo ya emparchado, no se privó de dar una conferencia de prensa en un lugar seguro, para luego aparecer en otra, nada menos que con el gobernador Felipe Solá. Su figura era transmitida por los noticieros en directo.

Acribillados por las cámaras

Esas imágenes, irradiadas por un pequeño televisor, congelaron a la periodista Clara Britos, directora de la publicación regional La Tapa, que se editaba en la localidad de San Vicente. En aquel instante recordó una tarde del año anterior, cuando su casa fue violentada por unos 30 policías encapuchados que, después de golpear a su marido y destrozar todo lo que hallaban su paso, la arrastraron de los pelos, en medio de una golpiza.

La versión oficial atribuyó el episodio a un error de los uniformados al confundir la dirección de un allanamiento. Sin embargo, detrás del apriete subyacía un añejo enfrentamiento entre la mujer y las autoridades del municipio, encabezadas por el inefable Oscar Rodríguez.

El comisario Fanchiotti junto a una de sus víctimas. Esta foto de Pepe Mateos publicada en Clarín fue clave durante el desarrollo del juicio.

El jefe de tal operativo era precisamente el hombre magullado que ahora aparecía en la pantalla. Se trataba del comisario Alfredo Fanchiotti, quien había cumplido su primer destino profesional en la comisaría de San Vicente, donde permaneció hasta 1987, cuando fue ascendido a inspector.

De su paso por la zona, los vecinos recuerdan que mató a balazos a un par de pibes, dejando los cadáveres desnudos junto a un cartel publicitario de la inmobiliaria Vinelli. Allí, tras cultivar una excelente relación con el otrora intendente, hizo buenas migas con su hermano, el comisario inspector Alfredo Rodríguez, ex jefe de la custodia personal de Duhalde. No es casual, entonces, que su siguiente destino haya sido Lomas de Zamora, cuando el jefe comunal no era otro que Duhalde. En diciembre de 2001 fue transferido al Comando de Patrullas de Avellaneda.

Ahora, con aquel cargo, dando su versión de los hechos, interpretando el rol de víctima y martirizado por un desprendimiento de retina, se mostraba en todos los canales y diarios del país. Aún no suponía que otras imágenes suyas serían su boleto a la cárcel.

Fanchiotti, esposado, durante la reconstrucción de la Masacre de Avellaneda. Fue condenado a prisión perpetua. (Archivo Télam)

A su vez, en las altas esferas del poder nadie suponía el desenlace de lo que acababa de suceder. Mientras por televisión se deslizaba la existencia de dos muertos, el ministro de Seguridad bonaerense, Luis Genoud, de estrechas vinculaciones con la corporación policial, negó de plano aquella versión.

En ese mismo instante, el ministro del Interior, Jorge Matzkin, hablaba por teléfono con el jefe de la Policía Federal, comisario Roberto Giacomino.

Hay dos muertos, señor. No lo dude -fue el tajante diagnóstico del uniformado.

Exactamente a las cinco de la tarde, el ministro del Interior ofreció una conferencia de prensa, en la cual estuvieron vedadas las preguntas. Su rostro irradiaba una expresión adusta, casi amarga. Así, señaló que lo ocurrido había sido fruto de “un enfrentamiento entre piqueteros”. Y que el objetivo de éstos era voltear al gobierno. Por último, con tono amenazador, remató:

–¡En Argentina se acabó la tolerancia para los violentos!

A la versión de la “interna” piquetera se sumaron otros ministros. Todos seguían apoyándose en el informe de la SIDE.

Al día siguiente, Clarín puso en tapa su famoso título: “La crisis causó dos nuevas muertes”. Y una fotografía borrosa del cuerpo de Kosteki junto a la silueta –visualmente fantasmal– de un uniformado. Su epígrafe: “Una de las víctimas yace en el piso de la estación Avellaneda. La policía acaba de llegar”.

En la Casa Rosada ya se estaba al tanto de que había otras fotos, las de Mateos y Kowalewski. La atmósfera allí se podía cortar con una navaja.

Al anochecer, el gobernador Solá atendió una llamada del Presidente, quien le soltó de corrido:

–Felipe, mirá mañana las fotos de los diarios. Parece que fue la policía nomás. Tené cuidado.

Ese viernes, el diario Página/12 exhibía las fotos de Kowalewski. Esas imágenes eran abrumadoras. Tanto las suyas como las de Mateos fueron las pruebas que llevaron tras las rejas a Fanchiotti y su patota, integrada por el cabo Acosta, el comisario Félix Vega, los principales Carlos Quevedo y Mario de la Fuente, el sargento Sierra y el cabo Lorenzo Colman.

El despliegue fotográfico no sólo mostró el episodio de la estación, sino que hubo tomas de otros policías disparando plomo sobre los manifestantes y borrando premeditadamente las huellas de su accionar. Y la TV emitía videos de policías disfrazados de piqueteros que causaban desmanes. Y de sus jefes al ordenar la represión, según la táctica dispuesta por el Poder Ejecutivo.

Masacre de Avellaneda: Toda la secuencia de la represión y los asesinatos de Maxi y Darío (Archivo Telam)

Afloró entonces la certeza de que aquella masacre fue obra de un plan orquestado desde las entrañas policiales, y no la acción aislada de una patrulla loca comandada por un comisario chiflado. Prueba viviente de aquello es casi una veintena de manifestantes heridos con proyectiles letales, gatillados desde por lo menos cinco posiciones equidistantes entre sí.

Lo cierto es que carga radioactiva de La Bonaerense afectó al corazón del poder central. Los disparos que dejaron sin vida a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán también arrasaron al gobierno de Duhalde, quien anticipó en seis meses el llamado a elecciones. Ese hombre ya era un cadáver político.

Alberto Santillán, hoy, en la fábrica recuperada Roca Negra. (Foto: Pepe Mateos).

Entre mayo de 2005 y enero del año siguiente, el Tribunal Oral Nº 7 de Lomas de Zamora juzgo a los autores materiales de la Masacre de Avellaneda. Fanchiotti y Acosta fueron condenados a perpetuidad; Vega, Quevedo y De la Fuente, a cuatro años de prisión; Sierra, a tres, y Colman a dos. Sin embargo, el proceso excluyó a sus mandantes políticos. Todos ellos aún hoy gozan del dulce beneficio de la impunidad.

El andén de la estación que recordará por siempre el horror del 26 de junio de 2002. (Foto: Archivo Télam)
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RODOLFO KUSCH La seducción de la barbarie

Creador de una obra polémica y potente, el filósofo Rodolfo Kusch intentó discutir los modelos de la filosofía clásica, privilegiando la encrucijada del “estar siendo” del hombre originario americano en contraposición con el “ser” de la cultura occidental. Entre las muchas polémicas tejidas en un país de apenas 200 años, sin duda una que ha campeado, y aún campea, es si se puede hablar de un pensamiento latinoamericano. Si esto que se da en llamar la América Latina es Occidente propiamente; es una hija no reconocida de Occidente; o es una particularidad que no ha sido pensada en profundidad.

En un número anterior de Ñ (313/26 de septiembre de 2009), el filósofo francés Michel Maffesoli señalaba que en Latinoamérica “los intelectuales están marcados por los esquemas europeos…” Sin duda, Maffesoli no conocía a Rodolfo Kusch, pero no se le puede reprochar nada, pues gran parte de la intelectualidad nativa aún lo desconoce o, conociéndolo, lo niega. Autor de una obra prolífica y variada, desde el ensayo a la dramaturgia, el filósofo Rodolfo Kusch se ganó primero el repudio de la Academia y finalmente, en los años del Proceso, fue expulsado de la Universidad de Salta donde se había radicado a fin de estudiar de cerca al hombre americano, centro de su preocupación y reflexión.

Kusch comprendió muy joven que no había mejor escuela que el trabajo de campo: “comer junto a su gente, participar de sus fiestas y sondear su pasado.” En 1976, sin trabajo, pero con la mirada puesta en su objetivo, Kusch se radicó en Maimará, un pueblito de calles desparejas y casuchas de pieles descamadas, en el extremo norte de Jujuy. Eligió compartir sus últimos años con «esos hombres pequeños, sucios y tiernos, vencedores del tiempo, hombres de heridas ancestrales, de coplas y de bagualas desgarradas». Dicen que vivía de vender cosas por los pueblos, a bordo de una estanciera desvencijada. Otros dicen que lo vieron vender sánguches de milanesa en la estación de trenes. Y están los que afirma que el hombre se dedicó a vender bombas de agua. Metáfora que el mismo Kusch, posiblemente, disfrutaría, pues su profunda sed de conocimiento lo llevó a desenterrar una cultura, develarla, reintegrarle identidad. Tres años después fue trasladado, muy enfermo, a Buenos Aires, donde murió el 30 de septiembre de 1979. Tenía55 años. Su cuerpo, luego, regresó a Maimará.

Según Dina Picotti, doctora en filosofía egresada de la Universidad de Múnich, Kusch fue “un hombre que se animó a pensar más allá de la academia, a pensar en relación con el pueblo”. El filósofo Esteban Ieardo coincide en que Kusch “contra todos los prejuicios y recelos, trazó su singular camino que implicó pensar desde categorías filosóficas novedosas.” Ambos intelectuales se refieren a la propuesta de Kusch de poner en un plano de igualdad lo indígena, y desde ya, lo mestizo, con lo europeo. Esto lo llevó a repensar la antinomia civilización y barbarie. Como se sabe, los griegos llamaron bárbaro a todo lo no griego. Y en la América, lo bárbaro encarnó en lo no occidental. Estas cuestiones develaron Kush, cuya obra empieza a ser lentamente desenterrada como lo indicaría una mesa realizada recientemente en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC). Según Ierardo, profesor de la Universidad de Buenos Aires y disertante en la mesa del CCC, la obra de Kusch se asienta en dos grandes ejes: una lectura filosófica de la cultura incaica y una severa crítica al racionalismo occidental.  Por su parte, consultada por Ñ, Dina Picotti, coordinadora de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Matanza, sostiene que, para replantear las categorías del pensamiento europeo, Kusch buscó “el lenguaje adecuado para expresar su forma de ver lo americano”. Picotti resume que frente a la lógica del ser, presente en las raíces del pensamiento occidental, Kusch “plasma la lógica del  ́estar siendo ́del hombre americano: contra lo  ́permanente ́ del ser, plantea lo  ́provisorio ́ del  ́estar siendo ́”.

Kusch reparó en que esta particularidad del idioma español –la diferencia entre los verbos ser y estar–, también aparece en las lenguas quichuas y aymara, que además suman otra particularidad. Una palabra o un conjunto de palabras, puede significar una u otra cosa, según el contexto. En este sentido, cree Kusch, el lenguaje indígena carece de la pretendida objetividad del lenguaje occidental.

Ieardo, autor del libro El agua y el trueno. Ensayos sobre arte, naturaleza y filosofía, afirma que la propuesta de vincular la filosofía con el mito es central en su interés por el filósofo. “Kusch trabajó sobre himnos e imágenes de los quichuas, donde desentraña la idea de un dios muy diferente del occidental. El dios incaico es eterno, pero no es algo dado como lo plantean los platónicos, sino un dios en una eternidad en crecimiento.” De esto deviene el eje de la reflexión de Kusch. Para el hombre originario americano, la vida no es una construcción a la manera occidental, sino una forma de estar en el mundo, de ahí lo de “estar siendo”. “En ese “estar siendo” –agrega Picotti–, en esa experiencia, se expresa lo histórico y lo contingente, en contra del ser estático occidental. Es más, Kusch dice “en el mero estar”, o también, en el “estar, sin más”. Esa necesidad de ser alguien para el occidental, sostiene Kusch, se traduce en su compulsión a explicar el mundo (por medio de las ciencias) y construir un objetivo. Entre otros, la conquista de otros hombres y otros espacio. Para ello, traduce Ierardo, “debe escapar de la naturaleza, una fuerza incontrolable.

Así nacen las ciudades con el criterio occidental: son espacios de refugio y fortaleza”. Por eso, según la visión de Kusch, mientras el hombre americano, que obra por intuición, prefiere las alturas, para estar más cerca de los dioses, el conquistador se instala en tierras planas, aparentemente más fáciles de dominar. En este análisis de las ciudades, Kusch acuña el concepto de “patio de los objetos”. En su obra fundamental, América Profunda, se refiere esta idea: “Todo lo que se fue creando correspondía a un sólo aspecto de la vida humana, aquél que se desempeñaba en la ciudad y por eso la ciudad se fue convirtiendo en un patio de los objetos. El patio supone el lugar vacío dónde conversamos y convivimos con los vecinos, para lo cual ponemos muebles… Y la ciudad crea esa posibilidad, por eso ella es un patio de los objetos. Con todo esto, el hombre pierde la prolongación umbilical con la piedra y el árbol. Ha creado algo que suple al árbol, pero que no es árbol. Como simple sujeto lógico que examina objetos y los crea, quiere ser un hombre puro, pero no es más que medio hombre, porque ha perdido su raíz vital y, entonces, suple la ira de dios por su propia ira. ”Este desarrollo no intenta sino desentrañar la dicotomía civilización y barbarie que marcó al continente desde la llegada misma de los conquistadores. Según Picotti, “La barbarie americana fue así catalogada para justificar procedimientos que respondían a intereses creados y a mala fe. Para justificar la destrucción del otro se acuñó este concepto de lo civilizado, como lo puro, lo blanco, lo definido. Es decir, lo occidental. Lo otro, lo impuro, era simplemente, lo hediondo, en palabras del propio Kusch”.

Kusch dedicó gran parte de su trabajo a definir este concepto en La seducción de la barbarie, una obra cuyo título ya implica un desafío, y al que le agrega un singular subtítulo “Análisis herético de un continente mestizo”; o sea que el propio Kusch sabía que estaba planteando una “herejía”, pues intenta pensar la “barbarie” como civilización, pero su seducción apunta a la esencia de esa barbarie, más allá de los pintoresquismos. A treinta años de su muerte, aún muchos de sus compatriotas lo desconocen o lo niegan. La filósofa Dina Picotti cree tener la respuesta de esta resistencia: “Quienes se interesan hoy por Kush, es porque están interesados por la “cosa misma”, esto es, América Latina. Los repetidores de las voces vigentes son impermeables a su obra.”

KUSCH BASICO. FILOSOFO, BUENOS AIRES, 1922 –1979

Por Nerio Tello
Publicado en la Revista Ñ. Buenos Aires, Argentina (31-10-09)

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25J | Nacimiento de Rodolfo Kusch

Rodolfo Kush
Rodolfo Kush

Fuente: Ministerio de Cultura

¿Quién fue Rodolfo Kusch?

Günter Rodolfo Kusch siempre omitió en sus escritos su primer nombre de origen germánico. Rodolfo Kusch, como eligió llamarse, nació en Buenos Aires un 25 de junio de 1922. Fue profesor de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y también en la Universidad Nacional de Salta. Durante sus 57 años de vida escribió numerosos artículos para diarios y revistas como ContornoCentroLa Gaceta Literaria, entre otras; elaboró centenares de ensayos que plasmó en nueve libros y algunos de ellos, como a los compilados en Indios, porteños y dioses, les puso voz por Radio Nacional. También incursionó en el teatro con obras como “La muerte del Chacho”, “Credo Rante. En Tango y Credo», «La leyenda de Juan Moreira», y «Tango Misho»».

Su obra siempre estuvo centrada en profundizar, expresar e indagar en el pensamiento popular e indígena americano. Su preocupación por recuperar el pensamiento de la América Profunda, como él la llamaba, lo llevó a realizar trabajos de campo en el noroeste argentino, en Bolivia y Perú, lugares donde también se desempeñó como profesor de filosofía y antropología. En esas vivencias recorriendo los mercados, las calles, visitando lugares sagrados, observando y compartiendo las formas de beber, de comer, de bailar, de mirar de los seres humanos que son parte del paisaje, buscaba la comprensión del pensamiento indigenista.

“Vivimos siempre metidos en un paisaje, aunque no lo querramos. Y el paisaje, ya sea el cotidiano o el del país, no sólo es algo que se da afuera y que ven los turistas, sino que es el símbolo más profundo, en el cual hacemos pie, como si fuera una especie de escritura, con la cual cada habitante escribe en grande su pequeña vida”. (*)

De esas observaciones, experiencias vividas, grabaciones de conversaciones con baqueanos, con indígenas habitantes de cada pueblo que recorrió, produjo diversos escritos y conferencias en los que impulsaba discusiones sobre el colonialismo cultural y pensamiento popular, mestizo e indígena en la cultura latinoamericana.

«(…) si nuestro papel como clase media intelectual es el de regir el pensamiento de una nación ¿tenemos realmente la libertad de asumir cualquier filosofía? ¿Cuál es en suma nuestra misión? ¿Consistirá en representar y tamizar el sentido profundo de nuestro pueblo o consiste simplemente en incrustarnos en su periferia detentando especialidades que nuestro pueblo no requiere?» (*)

La matriz política de sus ideas provocó que en 1976 lo apartaran de sus cargos en la Universidad Nacional de Salta, por lo que decidió mudarse a Maimará (Jujuy), un pequeño pueblo en el corazón de la Quebrada de Humahuaca, desde donde continuó trabajando y escribiendo. Su pronta muerte lo encontró en Buenos Aires, en septiembre de 1979, aunque sus restos descansan en lo alto del cementerio jujeño, inmerso entre los cerros, el viento y el «silencio contagioso de las piedras».

Algunas ideas del pensamiento de Kusch

El ser y el estar siendo

La obra de Kusch es una crítica al pensamiento racionalista occidental europeo, de gran influencia en la conformación de la nacionalidad americana de principios del siglo XIX. En su primer libro, de 1953, La seducción de la barbarie, analiza la relación entre dos racionalidades presentes en América: la occidental, centrada en el ser, en el ente, en la cosa, y la indígena, centrada en el estar, en el domicilio, en el hábitat, a la que la cultura letrada y académica negaba su lugar dentro del saber.

Kusch entiende que es necesario buscar una filosofía auténticamente americana frente a una matriz de pensamiento colonial europeo que sólo veía en América un territorio de dominio económico pero también cultural. Esta filosofía estará vinculada estrechamente con el pensar del pueblo y del indígena marginado. Su trabajo de campo en el altiplano andino le permitió ir en búsqueda de ese pensamiento negado por las categorías eurocéntricas que la pequeña burguesía ilustrada repetía de forma acrítica desde la academia.

Para Kusch, toda América es concebida desde la visión europeísta de los intelectuales bajo la acusación de un hedor que es preciso erradicar. Él considera que dos modos de situarse en nuestro continente, representados por dos posiciones en permanente tensión: la seducción de la pulcritud (del progreso) y la amenaza del hedor (del atraso y lo demoníaco).

El hedor y la pulcritud

En ese sentido, señala que la pulcritud es un equivalente del progresismo civilizatorio, la racionalidad, lo deseable, lo fundante y la ciudad. Mientras que el hedor es el primitivismo bárbaro, la irracionalidad, lo indeseable, lo arcaico, la naturaleza y el campo. 

«(…) el hedor de América es todo lo que se da más allá de nuestra populosa y cómoda ciudad natal. Es el camión lleno de indios, que debemos tomar para ir a cualquier parte del altiplano y lo es la segunda clase de algún tren y lo son las villas miserias, pobladas por correntinos, que circundan a Buenos Aires.» (***)

Kusch es un porteño que elige arrojarse a la experiencia del viaje lejos de su cómoda y plácida ciudad natal, y decide habitar la experiencia del altiplano bajo su propia máxima de que «vivir en suma es poner el pie en la huella del diablo». Porque para Kusch el diablo está en los precipicios, en el miedo a las tormentas, a las enfermedades circunstanciales o a la súbita detención del tren por el derrumbe de la montaña. Él entiende que en ese paisaje, todo lo que el hombre inventó para protegerse en las ciudades, allí termina mostrando su inutilidad.

«La categoría básica de nuestros buenos ciudadanos consiste en pensar que lo que no es ciudad, ni prócer, ni pulcritud no es más que un simple hedor susceptible de ser exterminado. Si el hedor de América es el niño lobo, el borracho de chicha, el indio rezador o el mendigo hediento, será cosa de internarlos, limpiar la calle e instalar baños públicos. La primera solución para los problemas de América apunta siempre a remediar la suciedad e implantar la pulcritud.» (***)

Geocultura

Kusch consideraba que a la cultura no había que pensarla como una actividad intelectual o artística que suele darse en las ciudades, sino como una unidad conformada entre la geografía, el hábitat y el pensamiento. Su idea de geocultura sostiene el sentido de pertenencia a un lugar -tanto territorial, como del pensamiento-, con los individuos que lo habitan, y se vincula con las distintas relaciones fundantes, como las relaciones con lo sagrado, con otras comunidades, con su hábitat y consigo mismo.

Detrás de toda cultura está siempre el suelo, decía. «No se trata del suelo puesto casi como la calle Potosí en Oruro o Corrientes en Buenos Aires, o la pampa, o el altiplano, sino que se trata de un lastre en el sentido de tener los pies en el suelo, a modo de un punto de apoyo espiritual, pero que nunca logra fotografiarse, porque no se lo ve.»

«(…) la cultura supone entonces un suelo en el que obligadamente se habita. Y habitar un lugar significa que no se puede ser indiferente ante lo que aquí ocurre.»(***)

A pesar de lo prolífico de su obra, Kusch fue un intelectual poco visitado en nuestra historia por quienes han mostrado interés en el desarrollo de un pensamiento nacional con perspectiva latinoamericana. A contramano de esta inercia intelectual, desde hace algunos años que sus ideas comenzaron a ser retomadas en algunos espacios académicos y del saber popular en el marco de las filosofías que plantean la urgencia por la descolonización de nuestro pensamiento.

meme Kusch
meme Kusch

Meme realizado por @memes_descoloniales_ycoso

Citas y fuentes: Kusch, Rodolfo (Geocultura del hombre americano; (**) Obras completas. Tomo II; (***) América Profunda – Artiguenave, Darío. “La cultura popular en Rodolfo Kusch: una lectura en clave de comunicación/educación” /Martínez, Darío. “Jorge Huergo relee a Rodolfo Kusch»/ Huanca Soto, Ramiro. «Rodolfo Kusch: conocimiento, comprensión y sujeto» / Pérez, Alberto Julián. «Rodolfo Kusch y su crítica a la razón occidental».*

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Se reglamentó la ley de Agricultura Familiar

Fuente: Agencia de Noticias Solidarias

La legislación abre un proceso de reparación para el sector productivo de la agricultura familiar, campesina, indígena y la pesca artesanal. El alcance regional y el desafío de discutir el presupuesto necesario para su pleno desarrollo.

Se reglamentó la ley de Agricultura Familiar: hacia un modelo justo y asociativo para alimentar el mundo

14 de junio de 2023, CABA (Ansol) – El martes 6 de junio se anunció la reglamentación de la ley N° 27.118 de Reparación Histórica de la Agricultura Familiar para la Construcción de una Nueva Ruralidad en la Argentina, que desde 2014 había sido aprobada por el Congreso. El jefe de Gabinete de Ministros a nivel nacional, Agustín Rossi, lo anunció en sus redes sociales y la definió como «una normativa clave para impulsar, fortalecer y proteger el sector».

La ley de Agricultura Familiar condensa una serie de medidas beneficiosas para un sector económico centrado en la producción de alimentos bajo lógicas distintas del modelo intensivo destinado en mayor medida a la exportación. Rossi argumentó que con la llegada de la reglamentación «cumplimos con nuestro compromiso con las organizaciones y familias campesinas e indígenas que contribuyen todos los días a la seguridad y soberanía alimentaria de la población y que practican y promueven sistemas de vida y de producción sostenibles que preservan la biodiversidad».

Para comprender mejor el alcance de la medida, ANSOL habló con Mercedes Taboada, del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), y Miguel Ángel Gómez Humbert, presidente del Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (INAFCI).

agricultura familiar

La ley de agricultura familiar pone el acento en la reparación

«La verdad que lo veníamos esperando y por supuesto que algo va a cambiar para el sector de la agricultura familiar, campesina, indígena y la pesca artesanal. Esta esta ley representa nuestra pequeña reforma agraria en la Argentina», definió Mercedes Taboada la noticia de la reglamentación de la ley de Agricultura Familiar.

En diálogo con este medio, la referente campesina señaló que esta ley viene a reparar «un montón de cosas pendientes que tenía el Estado con nosotros». Explicó además que poner en práctica la ley 27118 implica generar herramientas en los territorios, donde los productores «todo el tiempo son desalojados y criminalizados por usar la tierra de un modo distinto al otro campo, que solo genera commodities: los pool de siembra, los terratenientes».

Taboada pone el acento en la palabra «Reparación» dentro del título de la ley. «No se lo pusimos sin pensarlo. Es una ley de reparación histórica para agricultura para el sector. Es un es un choclo más o menos el nombre, pero quisimos ponerlo así, porque parecía que era lo más representativo», digamos, para cubrir, digamos, todo los aspectos, digamos, de las necesidades que tenemos».

Miguel Ángel Gómez Humbert define la ley como un paso adelante. «Es empezar a pensar nuevos paradigmas productivos. Se crea un Banco de Tierras a partir de las que tiene el Estado nacional en zona rural y son aptas para la producción. Es muy importante porque hoy hay muchos productores sin tierra». Explica que se está trabajando este proyecto en reuniones con la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) para lograr una definición política y de trabajo, dado que el Banco de Tierras va a ser una construcción con el Consejo de la Agricultura Familiar. 

Se reglamentó la ley de Agricultura Familiar: hacia un modelo justo y asociativo para alimentar el mundo

Al respecto, Taboada insiste en que estas políticas públicas lleguen lo más rápido posible a los territorios «para potenciar la producción de alimentos sanos con precios justos en la mesa todos los argentinos, y poner de una buena vez en la agenda cuál es el el campo que realmente alimenta«. «Creo que nosotros siempre hemos trabajado esas banderas: soberanía alimentaria y seguridad alimentaria».

En lo inmediato, alcanzada la reglamentación sigue el trámite de cumplimentación. Según describen Taboada y Gómez Humbert, se trata de un proceso con las distintas organizaciones involucradas para relevar las tierras aptas para la producción, que estará abierto a toda persona que quiera producir. 

Desde el Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena se están diseñando cinco Centros del Producción de Semillas Nativas: ya está en funcionamiento el primero en Máximo Paz, Santa Fe, pero habrá otros en el INTA de Cerrillos, en Salta; en Río Negro; en Misiones; en el Delta; y en el INTA de La Consulta, en Mendoza. «La idea es que generemos espacios de producción de semillas nativas para comercializarlas buscando que lleguen fácil a nuestros productores», explican. 

La dimensión nacional y regional

«Tenemos que implementar la ley porque se enmarca en el Decenio de la Agricultura Familiar de la ONU» precisa el presiente del INAFCI, «porque tiene un»dado el rol fundamental en las metas de desarrollo sostenible 2030». Entre esas metas mencionadas está la lucha contra el hambre. Argentina y Brasil son los países que fomentan la consecución del Decenio en la región, por lo que el tema abre el panorama a un trabajo con todo el Mercosur.

«La situación de la agricultura familiar es similar en todo el mundo. La falta de tierras, acceso al agua, los insumos, la formalización, los créditos y la tecnología. Estamos pensando una banca rural que facilite todo esto a los productores», narra Gómez Humbert. 

Con el foco en garantizar la producción y provisión de alimentos sanos a las comunidades, desde el organismo dependiente de Jefatura de Gabinete comenzarán una ronda de cinco reuniones regionales en todo el país. INAFCI cuenta con más de 1000 técnicos, por lo que la idea es lograr una confluencia con el INTA y el SENASA. Fue firmado un convenio para desarrollar mesas productivas para identificar qué es posible producir en las tierras que ingresen al Banco de la agricultura familiar y cómo financiar el desarrollo.

El camino sigue hasta llegar a un Plan Estratégico de la Agricultura Familiar que ponga en marcha la ley 27118. Desde INAFCI explican que se va a continuar trabajando de acá a octubre «en una hoja de ruta para que en la próxima gestión se cumplimente el Plan. Va a participar de este diseño la FAO y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, que es otro de los organismos que financia la puesta en marcha del Decenio de la Agricultura Familiar». 

La ley 27118 prevé una primera etapa que dura tres años. En 2023, la definición del Fondo de Reparación que estipula el texto está a cargo de la Jefatura de Gabinete, donde se van a designar fondos extra para cumplimentarla. Para los próximos años este Plan tendrá presupuesto, que en Argentina se empezará a discutir en septiembre. «Queremos llegar a ese momento con todo diseñado y legitimado entre todos los organismos para discutir el presupuesto en la Cámara de Diputados», explica Miguel Ángel Gómez Humbert. 

Se reglamentó la ley de Agricultura Familiar: hacia un modelo justo y asociativo para alimentar el mundo

El futuro de la agricultura familiar

Según el titular del INAFCI, «la agricultura familiar tiene futuro si es asociada, sea a través de cooperativas o asociaciones civiles, porque cuando el productor se asocia puede más. Desde el Instituto creemos profundamente que la salida de este proceso de crisis es colectiva, no es individual. Esto se traduce en consorcios productivos, los cuales impulsamos, en los que varias cooperativas se asocian. También estamos trabajando en federaciones por cadena productiva: ahora avanzamos hacia una apícola y otra de productores de vino», ejemplifica.

«Esta ley ya tiene nueve años. Las propuestas están, pero hay que ponerle presupuesto y llevarlas adelante«, define Gómez Humbert el camino hacia adelante de la ley de Agricultura Familiar. «Estamos armando un dispositivo que nos permita construir correlación de fuerzas para discutir la relevancia que tiene que tener este sector en Argentina».

«Las organizaciones estamos de festejo porque por fin lo hemos logrado«, cierra Taboada su interpretación de la reciente noticia. «Casi nueve años de lucha que no fueron en vano y con la que vamos a sentar un precedente de ahora en más».

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Lo que la Feria nos dejó

Por Nora Lafón para TELAM

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En primer lugar asistí a la presentación de “Hoy es mañana. Reflexiones nada menos que sobre tiempo, escuela y jóvenes», de mi querido amigo Pedro Núñez, investigador independiente del CONICET/FLACSO/UBA que integraba la colección Política y Educación que dirige Roxana Pelazza para Editorial Aique.

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Al día siguiente en stand por la Diversidad acompañé la presentación de “Lengua y literatura en foco”. Es decir ESI en la formación docente, que contó con la coordinación de mi querida Jessica Báez y la asistencia de un grupo de docentes que compartieron sus experiencias -bastante complejas por cierto- porque no es sencillo utilizar el lenguaje inclusivo cotidianamente en clase. Este es un trabajo muy especial y complejo para la Editorial Homo Sapiens.

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Esa misma tarde cambié de sala para integrarme a la charla  por los 40 años de Democracia que estamos por cumplir. Fue así que participé de un encuentro encabezado por varias amigas: Rosario Lufrano (Presidenta de RTA), Bernarda Llorente (Presidenta de Télam), más Jessica Tritten (Gerenta General de Contenidos Públicos), a las que se sumó  por la Defensoría del Público, la muy querida Miriam Lewin. Allí se trataron todas las dificultades con las que deben enfrentarse a diario los que en estos momentos deciden utilizar la verdad como la única posibilidad de comunicación, para contraponerse a las grandes mentiras del momento y su influencia en los públicos.

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En el interín se presentó “Objetivo Cristina- El Lawfare contra la democracia en Argentina», compilado por Eduardo Valdés, con la coordinación de Baltasar Garzón, Gisele Ricobom y Silvina Romano, y editado por ELAG (Escuela de Estudios Latinoamericanos y Globales). Fue un gran acto cuyo panel estuvo fervorosamente integrado por Elizabeth Gómez Alcorta, Teresa Parodi, Mario Enriquez-Ominami, Adolfo Pérez Esquivel, Eugenio Raúl Zaffaroni y José Luis Rodriguez Zapatero que condenaron absolutamente todas las formas de este ignomisioso atentado a las democracias. Allí también se escucharon voces de condena al atentado sufrido por la vicepresidenta de la Nacion cuya investigación -sino fuera tan vergonzosa- causaría gracia. Finalmente escuchamos la palabra emocionada del compilador y protagonista del acto: Eduardo Valdez.

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También tuve oportunidad de asistir a la presentación -hecha por los propios autores de las obras editados por Ciccus- de los últimos libros de poesía del grupo autodenominado Gente de Palabra. Alli estuvieron José Muchnik (que vino especialmente desde Paris donde reside), Héctor Ariel Olmos, Osvaldo Ortemberg y Julio Fernández Baraibar, con Daniel Viola como moderador. Así se presentaron “Guía Poética de Buenos Aires”, de Muchnik.; “Poemas Crepusculares“, de Olomos; “Liberación», de Ortemberg; y “Gozo y dolores entre dos Siglos”, de Fernández Baraibar. Todo transcurrió con un delicioso sentido del humor entre gran camaradería de los poetas.

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Entre tanto no podía perderme acompañar a mi gran amigo el médico cirujano, sanitarista, y en especial militante peronista de los “setenta” como mi querido Jorge Rachid, quien presentó “Nuevos escenarios Nuevas respuestas”. La descolonización como eje de la batalla cultural para construir una Patria. Un libro de consulta casi imprescindible. La presentación estuvo a cargo del editor Juan Carlos Manoukian pero en la mesa también participaron el autor, Graciana Peñafort, Leonardo Greco y Walter Formento, además de un gran grupo de amigos cosechados por Rachid a lo largo de su intensa vida tanto como médico y militante.

7

Así  llegué a la presentación de “Lo dicho a tiempo. Una mirada política de los años del Frente de Todos» de Fernando Borroni, uno de los periodistas políticos más notables de estos tiempos por la fortaleza con que sostiene su pensamiento. Con Carlos Caramelo como moderador, fue  muy  enternecedor que lo acompañaran su esposa, sus hijos, su mamá y también muchos compañeros queridos como Gustavo Campana, Cynthia García, más la presencia del exjuez Carlos Rozansky. Fue un éxito total de público para el autor y para la Editorial Colihue.

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Pero hubo más porque a continuación participé de otra presentación de carácter político me refiero al libro “El Monstruo y la Fiesta – Barricadas peronistas y opositoras allá lejos y hace tiempo», de Daniel Víctor Sosa, que contó con el auspicio de ATE y en la palabra del querido Daniel Rosso.

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En la penúltima noche, en la sala más grande de la Feria, la José Hernandez, y ante una multitud, Hugo Soriani presentó “Las cartas del Capitán”, libro editado por Octubre, basado en las cartas que el capitán Soriani -su padre- lo fueron  acompañando en todas las cárceles por las que pasó, pese a que nunca compartieron el pensamiento político. La última fue la de Rawson pero había estado en varias incluída la de Caseros. Prologado por Mariana Enríquez y Taty Almeida, ésta también lo acompañó en la mesa, lo mismo que Eduardo Aliverti, León Giecco (que fue cantando de acuerdo a lo que se trataba) y Nora Veyras, su compañera de cierre en Página/12. Miguel Rep ilustraba en una pantalla lo que estaba sucediendo y todos ponderaron el trabajo de Hugo. En tanto en la platea también se encontraban personalidades como Eduardo Valdés, Osvaldo Papaleo con su hermana Lydia (a la que la dictadura le robo Papel Prensa para entregársela a Clarin y La Nacion), Jorge Elbaum, el querido Gandhi y tantos otros amigos. Pero lo mas conmovedor sucedió cuando Hugo invitó a sus compañeros de cárcel a subir al escenario mientras León cantaba “Como la cigarra” de nuestra querida María Elena. Nos lloramos todo.

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Para mí la Feria cerró la noche siguiente cuando mi amiga del corazón Stella Calloni dio a conocer su novela (esperada durante los últimos 20 años), “La cabeza desaparecida de Pancho Ramírez. Una novela de caudillos, luchas y amores». Me tocó leer el texto de presentación que había escrito mi querido Luis Bruschtein en tanto que Guadi Calvo fue el autor del prólogo. Cabe recordar que Stella ha sido una de más notables corresponsales de guerra que sin duda estuvo en varias trincheras y a ella le debemos la publicación de “Los años del lobo – Operación Cóndor». Por eso además de múltiples amigos nadie se sorprendió que a la presentación de su novela concurrieran la embajadora de México, Lilia Eugenia Rossbach Suárez, y el embajador de Cuba, Pedro Pablo Prada Quintero, lo que provocó en Stella una doble emoción. La novela fue editada por Peña Lillo-Ediciones Continente.