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Homenaje a Mariano Garreta

Mariano Garreta

Fuente: www.identidad-cultural.com.ar
Por: Pablo Bonaparte

Garreta vino al mundo a molestar. Los mesías molestan, pero lo hacen desde el camino del bien y la verdad, ubicando al descarriado en el sendero correcto. En su caso los papeles se trastocaron. El diablo se enteró de que había llegado y no pensó caer en la misma trampa que la otra vez. Cuando todavía era chiquito, le robó el mapa de la ruta correcta y lo llenó de demonios, por si fuera poco. Fue el comienzo de un derrotero donde no se hizo una vida cómoda ni se la hizo a los que tuvimos la suerte de estar a su alrededor, pero a pesar de todo logró su misión.

Para vivir su vida se enfrentó a miles de caminos posibles y por intuición eligió.

Imagínense: en un mundo materialista fue religioso, catalán y peronista (no en ese orden necesariamente). Eso sí, logró ser un académico con todas las letras… cumplió con todos los rituales burocráticos (pero para molestar más y mejor). Él iba por fuera del corset institucional de la ciencia europea. Le interesaban las turgencias afectivas y políticas que definen un lugar junto a los otros, no alejado. Pero eso no fue óbice para cumplir, al pie de la letra, todo el papeleo que nos hace profesor o investigador formado. Creo que si no ascendió más, fue porque el diablo buchoneó que lo mandaba Dios y podía haber trampa.

Tal era su poder, que puedo confirmar que, a pesar de que fue un mesías lleno de demonios, se destruía y reconstruía casi a diario. No conocí hombre maduro más inocente, ni más generoso, leal y justo. No conocí titular que cobijara a tanta gente bajo su cátedra, que pensara lo opuesto a él y en contra de él.

Mariano Garreta, Humahuaca, año 2010

El probaba nuestra fe: ¿hasta dónde me querés? ¿Hasta dónde me aguantás?… era un desafío constante… Y aceptaba todas las pérdidas, mierda que las aceptaba… y arrancaba de nuevo, se reinventaba.

¿Por qué lo reconozco como un mesías? Porque aunque se supiera el peor de todos, nada lo hacía bajarse de su misión divina. Desde el púlpito aleccionador era un puteador versado, mal hablado y violento. Cuánta gente se dejó llevar por las formas sin ver el corazón abierto de lo humano que ofrecía. Porque la brújula que él buscaba, era la fe que no se tenía a sí mismo, y cuando recibía afecto, no toleraba el peso de tanta felicidad y caía. Por él aprendí que los pecadores del infierno, no pueden saber que la virgen María convive con ellos, a su lado, y que es esa ignorancia, la que los hunde en sus propias llamas.

Cuando la burocracia se deshizo de él, con la excusa de la jubilación, se vio sin poder para representarse ante los demás. Los rituales para sostenerse al borde del abismo ya no eran los «papers», sino los diagnósticos médicos. No dejó de cumplir su misión, se sostuvo para que sus apóstoles, lo negáramos cientos de veces, mientras cargaba su cruz hacia la muerte.

Fue un mesías raro, ya lo sé. Nos introdujo en Rodolfo Kusch, en el peronismo del pueblo y en esa bebida de la que abusan los seres angelicales para poder compartir un rato con los mortales.

Fue un mesías que en lugar de mostrarnos el camino, nos obligó a encontrarlo dentro de nosotros, para poder amarlo y respetarlo, como Dios manda a lo humano.

De izquierda a derecha: el autor de esta nota Pablo Bonaparte, Mariano Garreta, Clelia Peralta y Florencia Kusch. Todos, como siempre, poniendo el cuerpo a la batalla cultural. (Foto: Clelia Peralta)

Con mucho dolor, lamentamos el fallecimiento de Mariano Garreta, vicepresidente de la Fundación CICCUS durante los últimos quince años, e integrante de la Comité Editorial de Ediciones CICCUS. Abrazamos a sus amigos, familiares y compañeros, recordándolo con mucho cariño.