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Una democracia debilitada necesita un pueblo movilizado

Jorge Rachid

Analizar los procesos de deterioro de los sistemas institucionales en el marco geopolítico actual requiere un esfuerzo de síntesis, que se puede enmarcar en las últimas cinco décadas de profundización del capitalismo financiero en el mundo y su correlato con la adquisición de empresas multinacionales y en especial de medios, que han cambiado en todos los países del globo los conceptos de la democracia, tal cual la conocíamos hasta ahora.

Es que los Fondos de Inversión supranacionales han arrasado las soberanías nacionales, constituyendo a nivel internacional un relato único de la visión “occidental” de la información, que ha tergiversado los sentidos, desde los comportamientos sociales a las relaciones familiares, impactando fuertemente en la cultura, desde un neoliberalismo dominante que ha debilitado fuertemente las instituciones republicanas y la mirada que sobre ellas tiene el conjunto del pueblo, en una acción sistemática de la anti política, expresión necesaria y funcional a los intereses concentrados del capital monopólico, dependiente del comportamiento financiero antes que de la producción de bienes y servicios.


La acción punitiva llevada a cabo por los organismos financieros internacionales de crédito, como el FMI o el Banco Mundial, que pese a haber sido creados para la asistencia financiera a los países miembros como el nuestro, lejos de ser una herramienta para el desarrollo y la expansión productiva soberana de los países, se han convertido en la llave misma del coloniaje político y económico de los países que han accedido a sus créditos, direccionados en una instancia única, por la aprobación o no, de los centros imperiales de decisión, en nuestro caso particular EEUU, en su necesidad de controlar “su patio trasero” de recursos naturales y subordinación política de los Gobiernos.


Este esquema que se ha repetido a lo largo de la historia de los endeudamientos, hoy es apuntalada por la aparición de los Fondos Buitres de Inversión de capital financiero volátil, especulativo, que los gobiernos neoliberales llaman procesos de inversión, que no crean trabajo ni producción, no apuntan a las reformas estructurales necesarias para construir soberanía, sino que condicionan el funcionamiento económico del país a través del Mercado de capitales como factor central del ordenamiento social.


Así, han sido mercantilizadas las políticas públicas de servicios al pueblo en las últimas décadas en una penetración colonial de características novedosas, porque se hizo en función de un proceso democrático, al cual se fue debilitando en su funcionamiento institucional, cada vez más controlado por el Mercado, constituyendo un Estado al servicio del capital privado, antes que los intereses del pueblo argentino y equilibrando los intereses de las mayorías populares, como debería ser, cada vez más excluidas y desplazadas del sistema por un Mercado brutal e inhumano, que se ha servido de los medios hegemónicos para crear sentido, naturalizando situaciones en la población que atentan contra sus propios intereses. La relación opresor/oprimido naturalizada en una síntesis tipo Síndrome de Estocolmo.


Esta situación constituye una ecuación difícil de superar sin el concurso organizado del pueblo, a través de las organizaciones libres del pueblo, como expresión de la Comunidad Organizada, ya que cualquier Gobierno que asuma, aún con el voto mayoritario del pueblo argentino, se verá acorralado por la institucionalización colonial que ha realizado el enemigo de la Patria, en los frenos estructurales a cualquier cambio en el sistema de dependencia que se ha ido instalando durante éstas cinco décadas.


Esos mecanismos hoy se expresan con brutalidad manifiesta en la Corte Suprema de Justicia que ha amparado desde delitos económicos: caso Vicentín que fue anulado por una Justicia corrupta con el aval distraído de esa Corte; ha cercenado el derecho humano de la población al declarar inconstitucional una ley de servicio público para redes y cables; ha evitado la decisión de otro poder del Estado como el Parlamento nacional cuando el Senado de la Nación decidió la vuelta a sus juzgados naturales a dos jueces asignados a fueros superiores para proteger los intereses corporativos en especial del Grupo Clarín; se hizo cómplice del diseño estratégico de EEUU sobre América latina en el desarrollo del Lawfare, un mecanismo de persecución y destrucción de los movimientos populares en la región y además declaró inconstitucional un DNU destinado a proteger vidas en la Guerra Pandémica por el COVID 19 enviando al espacio público a 16 millones de argentinos, donde habitaba el virus, autorizando la presencialidad en las escuelas, muriendo en el plazo de tres meses casi tantos argentinos como habían muerto en un año, mientras los miembros de esa Corte no concurrían a trabajar por temor al virus. Criminales.


La asimetría entre el cuadro de situación dependiente de la democracia actual con las necesidades del pueblo ya es un abismo que sólo puede revertirse con el pueblo movilizado en las calles, corrigiendo esas políticas direccionadas al privilegio, derrotándolas como se hizo con el famoso 2 x 1 de la Corte. La verdadera democracia es la expresión del pueblo sin la intermediación de aquellos representantes, que impiden según la Constitución Nacional vigente que el pueblo “delibere ni se exprese, sino por medio de aquellos”, siempre sensibles a las propuestas corruptoras del poder real, el económico, financiero, mediático y judicial.


La historia argentina está plagada de ejemplos que la marcaron en ese sentido, cuando las masas populares quisieron expresar su rechazo a las políticas de la dependencia, siendo regada con sangre criolla las páginas del siglo XIX, como antes por sangre aborigen desde el siglo XVI, continuando en el siglo XX con las intervenciones y dictaduras militares que silenciaron la voz de los pueblos, aunque nunca pudieron borrar de las conciencias colectiva la Identidad y la Memoria, que es un sello del ser americano, mestizo, moreno, criollo o inmigrante, pero integrado a la idea de Patria Matria Grande, que refleja la necesidad de reconstruir una unidad de los pueblos, que nunca debió dejar de ser.


Perón lo expresó con claridad en su mensaje póstumo: “El modelo argentino para un proyecto nacional” en donde expresaba 60 días antes de morir, que la lucha sería por los bloques continentales, ya que los estados nación serían débiles ante el avance del imperialismo y que la Argentina era el país de los alimentos, el agua dulce y los recursos naturales, fósiles y minerales y ese poder imperial vendría por ellos, con nosotros (con Menem, Macri y otros) o sin nosotros, dependiendo de la capacidad de los argentinos para defenderlos.


Entonces la consigna Patria Si Colonia No mantiene su vigencia después de 70 años de lucha por la Liberación Nacional y social de nuestro pueblo, en el camino de construir una Patria más justa, más libre, más soberana, que sólo se logra con la participación activa del pueblo, como fueron las grandes gestas nacionales que marcaron los procesos históricos que nos dieron identidad nacional.


JORGE RACHID
PRIMERO LA PATRIA
www.lapatriaestaprimero.org


BIBLIOTECA
Juan D. Perón: Modelo argentino para un proyecto nacional (Ed. Instituto Juan Perón)
Ernesto Laclau: La razón populista (Ed. FCE)
Mario Casalla: América Latina en perspectiva (CICCUS)

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