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América Latina: El continente de la esperanza en tiempos de Francisco

Fuente: Polo Informativo del Fin del Mundo (07/12/2022)

Desde el PFFM seguimos con el ciclo de entrevistas, relevamientos y charlas que queremos proponer desde Argentina para la región y para el mundo sobre temas que consideramos importantes y estratégicos en la agenda de este tiempo que nos toca transitar.

Esta vez tuvimos la palabra de Emilce Cuda, teóloga argentina que fue nombrada por Francisco en la Secretaría de la Pontificia Comisión para América Latina del Vaticano. “Cuando el Papa me reconoce a mí en lo personal, reconoce a una mujer en un lugar que históricamente ocupaba un cardenal, reconoce a una mujer latinoamericana”, afirma con claridad, invitándonos a renovar las estructuras de la Iglesia reconociendo los signos de los tiempos.

Lecturas de interés:


PFFM: Quisiéramos comenzar esta conversación centrándonos en esa particular expresión de la Iglesia latinoamericana que es la Iglesia argentina o la Iglesia en Argentina. En particular, queremos indagar respecto a cómo se transforma, si la Iglesia es un factor o un elemento de transformación, en qué sentido, cuáles son las matrices y como son las hipótesis que circulan hoy sobre eso. ¿Qué podrías comentarnos al respecto?

EC: Muchísimas gracias por invitarme una vez más, es un gusto hablar con ustedes, aprendo mucho en estos diálogos. Sí, estoy en Roma, estoy en la Pontificia Comisión para América Latina en la Ciudad del Vaticano, es un honor que me ha hecho el Papa Francisco, en lo personal. Es un acto de reconocimiento, quisiera empezar por ahí.

Somos visibles cuando alguien nos llama y nos invita a seguirlo. Es un llamado personal y siempre estamos diciendo eso dentro del catolicismo en referencia a Jesús, el Nazareno, pero no hablamos de todas las otras vocaciones que recibimos y que, para los creyentes, también, es a través de ellos que nos habla Dios y a veces no nos damos cuenta que lo que tenemos es porque alguien nos llamó y dijimos que sí. Hay una decisión personal pero también hay un llamado, y ese llamado es un reconocimiento. El Papa Francisco cuando me llama, me reconoce, me reconoce a mí en lo personal, reconoce a una mujer en un lugar que históricamente ocupaba un cardenal, reconoce a una mujer latinoamericana, que ya es mucho, ¿no? Y en un lugar de la curia romana, porque si bien es por la comisión para América Latina, es una posición en la curia romana. Esos lugares antes no los ocupaban las mujeres. Entonces ahí hay un reconocimiento en varios sentidos y yo creo que eso es transformación de la Iglesia. Ahí hay un gesto de transformación de la Iglesia y el Papa nos habla de “gestos”. Esa transformación son gestos.

La transformación de la Iglesia me abre una pregunta, ¿Qué se entiende por Iglesia? Por lo general cuando se habla de la Iglesia se está pensando en la institución, en la Iglesia como institución del mundo, secular, religiosa (para los que somos religiosos) pero es una institución secular. Yo estoy en la ciudad del Vaticano donde hay un código postal, donde me llegan las cartas, yo tengo un documento, por lo tanto hay una institución secular; pero también utilizamos la misma palabra para hablar de una comunidad, que los católicos nombramos como cuerpo místico, es una oportunidad de tantos, de aquellos que recibieron un llamado y que dijeron que sí; y eso implica un compromiso. Cuando el Papa me llama acá lo reconoce, pero también ese “sí” de mi parte implica una toma de posición en un discurso. No solamente en el clero de la Iglesia católica se sintetiza toda nuestra teología y símbolo de la fe sino también en el magisterio social, que me parece a mí que es el distintivo de este pontificado. Entonces cuando uno dice que sí a ese reconocimiento implica también un compromiso. Y ese compromiso, va en dos direcciones para cada uno de nosotros. Estoy hablando de mí, pero vale para ustedes también y para todos los que nos estén mirando. Por un lado, el compromiso con la institución, cumplir un horario de trabajo, recibir a cambio un salario, representar a mis compañeros, a otros cardenales, al Papa, pero también implica un compromiso que tiene que ver con la santidad, una palabra que parece medieval, que no se usaba más y que el Papa Francisco la instala. La palabra santidad es hermosa siempre y cuando le contemos a los no creyentes qué entendemos por santidad o qué entiende este Santo Padre por santidad. La vida santa es una vida que dijo que sí a quien lo llamó, que aceptó con honores ese reconocimiento y hace lo que puede como hago yo en este trabajo. Tratamos de ser responsables, tratamos de hacer las cosas lo mejor posible y hacer quedar bien al Papa en mi caso; pero también hacemos lo que podemos. El Papa dice “mejor una Iglesia que se equivoque a una Iglesia que no haga nada”, entonces el camino de la santidad es un camino de misión, un camino de militancia pensando en términos argentinos. Y alguien podría decir “bueno, cómo vas a confundir un misionero con un militante. Son dos cosas distintas”. El misionero evangeliza, transmite a Jesús, el militante habla de la vida política. Yo podría responder “Bueno puede ser que para usted no sea lo mismo, pero para las dictaduras militares en Latinoamérica fueron lo mismo, terminaron en fosas comunes. La gente no distinguió entre un misionero y un militante. Cuando los misioneros salieron a defender la dignidad humana, el acceso universal a los bienes, la participación de las estructuras solidarias, ahí no se distinguió, fueron a una fosa común”. Entonces, como dijo alguien, “en el silogismo práctico, la conclusión es la comprobación de su veracidad”. En el silogismo práctico la conclusión es la acción y en esa acción tenemos muchos mártires y tenemos muchos santos, pero no hay que llegar al martirio para hacerle caso a ese reconocimiento. Lo hacemos todos los días, lo hacemos como santos porque hacemos un camino de compromiso y en esa santidad metemos la pata, nos equivocamos. A veces hacemos mal a otros. Creemos que estamos haciendo un bien y hacemos el mal. Nos confunden, nos engañan, nos seducen. Eso es caer en la tentación. Y todo esto tiene que ver con un discurso de esta Iglesia “reformada”, una palabra que siglos atrás tenía otro significado, pero tiene que ver con una reforma del sentido de una transformación de una Iglesia donde hoy hay un Pontífice que dice que no vayamos para atrás.

Ellos están apegados a la tradición, a que nada tiene que cambiar, a que todo se tiene que seguir haciendo del mismo modo; y bueno, claro, si hacemos las cosas igual, las que sabemos que tienen resultados positivos, probablemente no nos equivoquemos. El problema es que tenemos que ir adelante, no para atrás. Si hacemos las cosas que se hicieron hasta ahora y no nos equivocamos tampoco vamos a ser santos porque no estamos haciendo honor a este llamado y a ese reconocimiento, pero si hacemos las cosas y nos equivocamos sí estamos en ese camino de la santidad; y el Papa opone al ir para atrás, el apostolado; apóstol significa eso, ir hacia adelante, siempre. Y eso es un misionero, él dice “todos los bautizados son misioneros, todos los bautizados son apóstoles, todos recibimos y fuimos invitados a embarrarnos, a equivocarnos a ir para adelante”. Argentina es una Iglesia, a mi modo de ver, no como institución sino como este cuerpo místico, que emprendió este camino a la santidad hace muchas décadas. Es un país donde los católicos, muchos de ellos y más de los que pensamos, han tomado en serio ese compromiso al que nos invitó Jesús de Nazaret hace dos mil años, a respetar la dignidad, a curar los cuerpos, a sanar, a tratar de aliviar el sufrimiento. Somos una comunidad santa porque nos equivocamos, porque hacemos las cosas mal, pero santos porque estamos todos los días poniendo el cuerpo. No siempre sale bien, pero como católica yo estoy orgullosa de mis compatriotas que son católicos, que no han quedado limitados al culto, a la religión como culto, sino católicos que han puesto su cuerpo y han hecho una teología, un discurso, un discurso para aliviar el sufrimiento.

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PFFM: Recién hiciste un recorrido sobre figuras: Mujer, místico, misionero, militantes y mártires. Figuras de lo que se construye, de cómo se vive y después ésta figura que pones de la santidad. Para preguntarte, porque la santidad tiene que ver con una cuestión de, por un lado la separación y por otro lado de la forma de estar cerca, una doble dimensión, y ahí me parece que hay como una geometría o una topología que propone Francisco. Pero más que por la propuesta de Francisco quisiera preguntarte, ¿cómo la ves vos en Argentina? Lo pregunto para describirla y autodescribírnosla, si bien las comparaciones son siempre odiosas, haciendo quizás el diferencial de, ¿cómo es esa forma de separación y contacto, de Iglesia y sociedad, Iglesia y Pueblo en Argentina?; vos lo podés ver en perspectiva geográfica y en perspectiva de tiempo y en perspectiva institucional, ¿Cómo lo ves hoy, cómo están esos hombres y mujeres, cómo están insertos hoy en esa tensión de transformación?, ¿Cómo ves la especificidad?, si es que se puede hablar de una especificidad de la presencia de los cristianos o de la Iglesia en Argentina en este momento. Te preguntamos también: ¿En qué va cambiando?

EC: Yo creo que Argentina y Brasil son dos países donde el catolicismo apóstolico, el catolicismo misionero es fuerte. En algunos otros países ese catolicismo se puede reducir a un catolicismo más de puertas adentro de la parroquia, ¿no? Argentina y Brasil por su historia, por su coyuntura, por su desarrollo industrial, han hecho que el catolicismo salga a la calle. Una iglesia en salida que no empezó con Francisco. Los católicos han salido a la calle a militar, misionar en las universidades, en los sindicatos, ahora en los movimientos populares, en la política, sin necesariamente hablar en términos religiosos. Justamente hablando en términos de políticas públicas, de políticas financieras, educativas, sanitarias, urbanas, estéticas sobre estos principios que la Iglesia marca como camino para mejorar la vida de todos y con una fuerte fe en Dios y una confianza en la comunidad, sino no puede haber política. Yo creo que eso es una distinción entre el catolicismo de Argentina y Brasil respecto a otro catolicismo latinoamericano, donde esto se ve un poco más separado; no en todos por supuesto. Tenemos grandes misioneros militantes católicos también en los países andinos, también en centroamérica, muchísimo, pero bueno, me han pedido que hable de Argentina, entonces por eso hago esta salvedad. Yo creo que es una Iglesia que viene caminando hace mucho, que lo que dice el Papa Francisco para nosotros no puede ser una novedad. Puede ser una novedad para otros contextos, pero tenemos un Papa que nació en Argentina y compartió nuestra historia, que conoce nuestra cultura, nuestros imaginarios, nuestros miedos, pero también nuestros modos de ser católico, entonces para nosotros debería ser más comprensible que para cualquiera, quizás cuando el Papa sea filipino nos cueste entenderlo. Pero lo que quiero decir es que no nos puede parecer incomprensible el magisterio de Francisco. Yo creo que mucho de lo que dice el Papa Francisco, y lo he escrito en mi libro, tiene que ver con lo que él aprendió, compartió y vivió en nuestra cultura argentina. Es muy difícil pedirle a un católico argentino que no hable en términos políticos, porque el catolicismo argentino estuvo a la base de la forma política argentina, que de hecho distó bastante de ser una forma política partidaria liberal, por ejemplo. Aparece otro estilo político que es el de los movimientos, donde la presencia es más importante que la representación y eso tiene que ver con el catolicismo; entonces no debería ser una novedad, sí un desafío, pero no una novedad. ¿Cómo veo a la Iglesia argentina, siempre hablando en términos de Iglesia como pueblo, como cuerpo místico? Yo la veo siempre con ganas de hacer cosas. A mí me llegan muchísimas propuestas de argentinos, de jóvenes. Muchos llegan acá con ideas, con muchas ideas. Ahora estando desde acá me doy cuenta que en latinoamérica en general estamos muy lejos de saber cómo son, por ejemplo, los circuitos financieros de ayuda internacional humanitaria. La gente no lo sabe.

Eso es un desafío. ¿Cómo podemos hacer para poder mover esa ayuda que está disponible en el mundo hacia nuestra Iglesia, hacia nuestro pueblo argentino, hacia nuestro pueblo latinoamericano? Eso por ejemplo no lo sabe la Iglesia argentina. No tiene ese saber, tiene un saber de poder hablar, de entender lo que es la política, la política democrática, ¿no? Porque hay otras políticas, políticas totalitarias, pero la política democrática, sabemos mucho de eso. De todos modos, creo que nos faltan dos cosas: una, cómo implementar y entrar en esa red de ayuda internacional; y por otro lado, nos falta dialogar un poco más con el mundo. Creo que Argentina, y quizás es un defecto que tenemos, los porteños más, eso de estar muy cerrados en nosotros, de no ver que hay cosas que nos suceden a nosotros, que tienen que ver con ser parte de un concierto internacional, y creo que hay mucho para aprender de otras iglesias locales, latinoamericanas, de las iglesias centroamericanas, de las iglesias caribeñas. ¿Cómo se manifiesta ahí el catolicismo? ¿Qué pasa cuando los misioneros tienen que hacerse cargo de los problemas públicos, políticos? ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo enfrentan las represiones?

Nosotros no sabemos eso, tenemos otras particularidades. Creo que nos falta dialogar más, si queremos hacer honor a este pedido que nos hace el Papa, que es el de la patria grande. La patria grande no se trata de exportar la Iglesia argentina al mundo, se trata justamente, en todo caso, de aportar el capital que tenemos, que es saber organizar comunidad. Eso es un capital argentino; y saber que los cambios ecológicos y socioambientales solo se logran a través del camino sano y legítimo de la política. Eso lo sabemos, no todos lo saben. Nosotros lo sabemos y podemos exportarlo, pero también tenemos que aprender mucho de otras iglesias latinoamericanas, donde nuestros mismos compañeros y con los mismos problemas han desarrollado habilidades para poder sobrevivir en un escenario mucho más posible.

El Papa dice “mejor una Iglesia que se equivoque a una Iglesia que no haga nada”, entonces el camino de la santidad es un camino de mision, un camino de militancia pensando en terminos argentinos.

PFFM: Mientras hablabas esta última vez, pensaba en esto de que en Argentina debería ser más sencillo poder comprender algunos planteos de Francisco. El polo formativo del fin del mundo está pensado, está ideado también, no solamente para poder construir contenido, conversaciones, discursos para la Argentina, sino también como un ejercicio también de puesta en forma de traducir también un poco eso que solamente los compatriotas podemos llegar a conectar con algunos planteos de Francisco. Estos últimos días se cumplieron 60 años del Concilio Vaticano Segundo. Esos 60 años del Concilio Vaticano Segundo han sido para América Latina, sin lugar a dudas, también un punto de quiebre a partir, de lo cual después vinieron Medellín, Puebla y un largo camino de la Iglesia latinoamericana, pero en la intervención de Francisco que hacía mucho hincapié en la necesidad de encontrar el modo de desbordar si se quiere las categorías, podría decirse izquierda o derecha o progresismo/conservadores, incorporada quizás más una figura de lo alto y lo bajo respecto a la mundanidad y la mirada de la Iglesia desde arriba en el mejor sentido. Esto entiendo también que quizá para nosotros puede ser más sencillo, más allá de que son discusiones esto de progresismo y conservadores que están muy en la coyuntura también, no solamente de la Argentina sino de la región y ni que hablar de Brasil, pero quizás poner una palabra a esto y también puesto un poco en forma de tratar de traducir o de dar pistas y herramientas de cómo abordar esta arquitectura o esta geometría que plantea Francisco.

EC: Bueno, Francisco dice todo, lo dice todo. Eso es maravilloso en el Santo Padre. Si uno tiene la paciencia de escuchar con cuidado sus discursos, sus homilías, no solamente lo dice todo, sino que lo dice en español, no es poca cosa. Estamos escuchando nuestra lengua, incluso lo dice con categorías del Río de la Plata. El Papa está habilitando, me parece a mí, más jugadas, dicho en un término secular, que las que los católicos estamos viendo qué podemos hacer. Yo creo que todavía hay mucho miedo. El miedo, ustedes saben que es algo que se pierde con el entrenamiento ético. Rudolf Otto, en el libro clásico que se llama ‘Lo sagrado’ dice que lo otro, como una amenaza, es un mecanismo de defensa para la supervivencia. Entonces cuando yo veo algo que es absolutamente otro, puede ser Dios “tremendo fascinante”, dice, pero al mismo tiempo cuando ve una criatura, cualquiera sea, un animal, una persona, que es lo otro de mí, el primer instinto es matarlo, eliminarlo porque estoy totalmente aterrado y dice, ¿cuándo uno deja de querer aniquilar a lo otro, a lo diferente? Bueno, cuando uno empieza una práctica ética. La ética finalmente es la que humaniza y que pierde el miedo; y yo creo que todavía tenemos mucho miedo, que el Papa nos está habilitando a hacer muchas cosas, que como ustedes bien dijeron, llevamos 60 años sin que se puedan hacer. El Vaticano II habilitó todo eso y se frenó durante 60 años, pero hace 10 años que hay un pontífice que está diciendo “Vamos adelante, ustedes pueden, el discernimiento social puede ser comunitario, sean todos discípulos misioneros. Basta de clericalismo, basta de academicismo, basta de cardenismo”. Condena los abusos en todos los sentidos, reinstala la política. Hace 10 años que este Papa, este pontífice lo está haciendo. Yo a veces me preguntaba, como puede ser que después de 10 años, con un Papa latinoamericano y argentino, al menos los católicos no estemos haciendo lo que nos dice, que es lo que siempre quisimos hacer. Y entonces ahí me vino esta reflexión de Rudolf Otto. Yo creo que hay mucho miedo y ese miedo se pierde con un comportamiento ético y como todo comportamiento ético, es un hábito que se adquiere en la práctica y hay que empezar a salir y hay que empezar a hacerlo, porque este Papa nos está pidiendo que lo hagamos. Yo nací con el concilio del 65, no con el del comienzo del 63 porque no tendría 60 años; pero es un sueño para mí escuchar a este Papa y al mismo tiempo entiendo que hay mucho miedo. Habría que ver por qué hay tanto miedo. No hay hoy una curia romana que condene. Ayer hubo una conferencia muy interesante acá en el Vaticano, con tres cardenales de la curia romana, con presencia de la Congregación para la Doctrina de Fe, donde se presentó la teología de las periferias, donde teólogos desde distintos lugares del mundo durante un año fueron a ver la teología en las periferias, en los bordes, en los que no tienen palabras. Eso se presentó en el Vaticano, en presencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe y cardenales. Eso es un cambio. Sí desde el Vaticano hoy, una nueva curia romana, nuevos cardenales, nuevos Papas están escuchando a las periferias, nos están diciendo salgan y escuchen, cuéntennos que dicen, ¿por qué no lo hacemos?, es la pregunta.

Hoy no hay nadie, es como que uno estuvo preso muchos años y le abren la puerta y no sale. Le agarra fobia a ver gente, le agarra fobia a la luz, al ruido de la calle, a la multitud. Yo creo que estamos en una etapa donde se nos abrió la puerta, donde hoy podemos salir a ser samaritanos, sin que nos conviertan en mártires y creo que todavía estamos muy atemorizados. Por eso digo que cuando alguien llama me reconoce, no solamente me hace visible y eso es muy bonito, pero también me genera el compromiso, el compromiso de seguirlo. Entonces en mi caso, el compromiso es promover lo que el santo padre dice, que no es otra cosa que lo que dijeran los padres coauxiliares. Si uno busca en los textos del concilio y en todos los documentos y los anotadores, verían que este Papa no está haciendo cosas nuevas, está visibilizando una construcción histórica.

PFFM: ¿Cómo ves el tema de liderazgos y referencias en la Iglesia argentina, en particular, y en la Iglesia latinoamericana si quieres, en general?

EC: El tema de los liderazgos es un problema hoy en el mundo. Veamos lo que pasa en la política, ¿no? Esos cuadros intermedios me parece, a los que hace referencia, esos líderes, hoy cuesta encontrarlos en todas las organizaciones. Nosotros quizás, estamos en una posición aventajada porque en la cabeza de la Iglesia tenemos un líder legal y legítimo, con una autoridad moral que atraviesa geopolíticamente todas las fronteras y mantiene a una comunidad unida. Eso no ocurre hoy en los partidos políticos, por ejemplo, si es que podemos seguir hablando de partidos políticos. Yo me lo estoy cuestionando. No estoy segura que las personas que llegan al gobierno son el líder de un partido o realmente son aquel que cantó mejor el día anterior a las elecciones. Yo creo que en eso tenemos una ventaja, al menos tenemos un líder. En cuanto a los cuadros intermedios, bueno, si uno piensa en lo que es el miedo para Aristóteles, él decía que “la virtud está en el punto medio” y cuando él hace el análisis del miedo dice “el extremo es la temeridad”; y eso fue en los años 60/70/80 en Latinoamérica; los católicos temerarios que parecían buscar el martirio y en el otro extremo está el miedo que paraliza, y esas fueron las consecuencias de los años 90, de las persecuciones que hubo en la iglesia y todo el continente, también en Argentina. Entonces hay que ir al punto medio, que es la prudencia, y eso no se hace en poco tiempo. Es muy difícil desinstalar lo que se instaló con repetición durante cuatro décadas, pero creo que Argentina, a diferencia de otros países de la región, insisto, tiene muchos defectos y tiene una ventaja que es saber organizar una comunidad. Digo esto porque en el mundo se puso de moda el “organice”, “community”. Yo tardé mucho en entenderlo, y no es una traducción al inglés o al italiano, es otra cosa porque en el caso de la comunidad organizada, el líder es uno de ellos, de abajo hacia arriba, “desde el subsuelo del planeta”, como dice el Papa en Fratelli Tutti a modo de mejor política mientras que estas nuevas formas que se están instalando, promoviendo, es al revés, es de arriba hacia abajo. Se trata de instituir una comunidad, lo contrario de constituir una comunidad. Entonces llaman a eso “líderes”, yo no creo que sea un líder eso. Justamente el Papa critica el academicismo, alguien que viene de arriba y va a una comunidad y la moderniza de alguna manera, le va a explicar cómo convivir y no pelearse. Nosotros no pasamos por eso. Nosotros pensamos que el liderazgo viene de abajo y para que el liderazgo venga de abajo tiene que haber una comunidad. Y para que haya una comunidad tienen que pasar dos cosas: la mejor y que es el trabajo, porque el trabajo es el primer organizador social, cuando no hay trabajo, cuando tenemos un desempleo estructural, tenemos un campo social totalmente atomizado, entonces no hay espacio para la palabra pública y es muy difícil que nazca un líder de ahí. Y en el peor de los casos, bueno, porque la gente ha sido convencida de que la religión y la política son dos cosas distintas, y es verdad; la religión y la política son y deben ser cosas distintas, pero el cristianismo como dijo el cardenal Ratzinger en su famosa discusión con Paolo Flores d’ Arcais, no es una religión, nace para criticar a las religiones. Es una teología, es un discurso, es una toma de decisión en un credo; entonces en el momento en que todos asumimos esta posición, todos pasamos a ser líderes y eso es interesante. Cuando el Papa habla de “todos somos legítimos misioneros”, esto está en ‘Aparecida’, pero vuelve a estar en ‘Evangelii Gaudium’, es que esa posición de liderazgo la tenemos todos y eso es el reconocimiento de la dignidad humana y eso es una comunidad organizada, ¿no? Entonces es una pregunta fantástica porque lo que hay que empezar a pensar es qué tipo de liderazgo estamos hablando, añoramos, queremos, impulsamos. Hay sectores que están esperando, hay contextos que esperan un líder y que están muy angustiados si no tienen un líder que venga a instituir comunidad. De hecho, hay una película, creo que se llama ‘los minions’, donde son todos unos muñecos amarillos que están tristes porque no tienen nadie que los organice.

Yo no sé si alguien reparó en la importancia de esa película, pero es impresionante. Y el Papa justamente está cuestionando esos vedetismos, ese lugar del saber. Está proponiendo que todos lo asuman. Entonces bueno, en ese camino estamos.

“Si uno busca en los textos del concilio y en todos los documentos y los anotadores, verían que este Papa no esta haciendo cosas nuevas, esta visibilizando una construccion histórica.”

PFFM: Para ir cerrando, una última pregunta a partir de lo que dijiste recientemente. La reforma de la Curia, que ha planteado como un paso muy concreto, que se trabajó mucho de parte de Francisco, que apunta sobre todo a la organización institucional interna de la Iglesia, pero más allá de eso y tomándolo como hito y entiendo que es un desafío de ahora en adelante, implementar una reforma de esas características, pero sobre todo este cambio de lógica y que se conecta con esto último que planteabas respecto a liderazgo. Es bueno preguntarse qué tipo de liderazgo y de qué modo organizar a la comunidad y organizar la toma de decisiones al interior de una institución o de una organización, y en ese sentido el proceso de sinodalidad que se ha transformado, que no nació, bueno, justamente parte también del Concilio pero que Francisco es quizás el Papa que ha tomado la decisión de hacer de la sinodalidad no una bandera, sino como un cambio de lógica. Te pedimos una última reflexión en esa línea

EC: Bueno, muy buena pregunta. Me río porque a mí me da la sensación, y esto lo pensaba hacer, que la sinodalidad sería algo así como cuando somos pequeños, entonces nos abren la puerta para que vayamos a jugar al jardín y no salimos. Nuestros papás esperan que salgamos y no salimos, entonces después papá va afuera y pone un par de sillitas y dice “¿por qué no venís a tomar el té?”, a las nenas. Está haciendo algo para que salgamos y pongamos en práctica aquello que nos decía que teníamos que hacer; y eso es el chino de la sinodalidad. Está diciendo “bueno, a ver, les dije que salgan, que sean una Iglesia en salida, que hagan lío, que es preferible que se equivoquen a que no hagan nada, que seamos hospital de campaña, que todos seamos samaritanos” y nadie lo hace. Entonces dice “bueno, todo el mundo al sínodo, a ver, salgan y empiecen a hablar, escúchense entre ustedes” No hay que verlo como una cosa nueva. Yo creo que es la continuidad de todo lo que viene diciendo y lo puso en práctica; y respecto a ‘Praedicate evangelium’, que es la constitución de la curia romana, ojo con eso porque uno tiende a pensar que es la constitución de la Santa Sede pero no, porque eso fue algo que no se le ocurrió a Francisco sino que lo vienen pensando en el cónclave, es algo que proponen los cardenales y a Francisco le toca implementarlo; y eso tuvo una comisión que duró muchos años, casi diez y es muy importante porque todo el mundo repara la parte de los laicos pueden ser prefecto pero no, hay que leer el preámbulo, porque en el preámbulo dice que “toda la curia romana se convierte en predicadora del Evangelio al servicio de lo que diga Santo Padre”. El Santo Padre es Francisco, mañana, pasado será otro y así, pero es importante porque si no leemos el preámbulo no entendemos de qué va la reforma. La gran reforma de la curia romana es una reforma de participación, es una reforma que tiene que ver con entender que es la evangelización. Toda la curia romana se convierte ahora en conexión entre las Iglesias particulares y el santo padre para predicar el evangelio, ¿y qué es predicar el evangelio? Es curar y sanar el mundo con palabras, con las manos y con los gestos ahora; y eso es más de lo mismo. El pontificado del Papa Francisco es una obra maestra, donde todas las piezas se van enlazando armoniosamente y va a ser un concierto maravilloso cuando veamos la obra terminada.

PFFM: Bueno Emilce, te agradecemos un montón y la vamos a seguir seguramente acá o allá.

EC: Un gustazo, gran abrazo. Saludos.

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