No murió Horacio. Y no va a «descansar en paz», porque sabemos que existe un compromiso pendiente. Ni «adiós», ni «hasta siempre». No se fue «un maestro», sigue dando cátedra. No «nos ha dejado» un gran intelectual, porque permanece su moral: la del esclavo, que lucha por la libertad, y no la del patrón que pregona la sumisión.
No despido a los que luchan con las armas del Ser Nacional, a pesar de los avatares del destino. No despido a los que nos seguirán acompañando en nuestra batalla contra el pensamiento colonial, porque son imprescindibles. No despido a quienes no pidieron irse de ninguna escena que pueda aportar a nuestra dependencia.
Cuando digo Horacio González: ¡Presente! ¡Hoy y siempre!
Afirmó eso: CÓMO VOY A DESPEDIRTE COMPAÑERO SINO TE FUISTE. Nada, menos la muerte, logrará distancias que los poderes dominantes añoran. Cuando digo ¡Presente, compañero!, es porque seguís estando. Y lo seguiré celebrando.