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Sin papel no hay libros, sin libros no hay librerías

En el marco del Primer Congreso Nacional de Libreras-os y Editoras-es  los editores y  libreros se preguntaron ¿Qué pasa con el papel?

Desde 2021, el papel viene subiendo muy por encima de la inflación. En 2021, la duplicó. En 2022, el papel ilustración (para las tapas de todos los libros y los interiores de los libros infantiles) estaba a $258.75 el kilo en febrero y, en agosto, costaba $842.45, es decir, un 225% de aumento solo en seis meses. Por otra parte, el papel para interiores de la mayoría de los libros, tiene aumentos que van del 60% al 100% en los mismos meses, lo que proyecta un aumento anual muy por encima de la inflación.

Esta situación con los precios del papel produce que desde 2018 en adelante, pero especialmente agravado en los últimos dos años, la incidencia del papel como materia prima en el costo de un libro haya superado el 50%, cuando históricamente estaba en torno al 30-35% del costo de producción. Es decir, la materia prima de un libro físico es hoy más costosa que el trabajo de los autores, editores, correctores, diseñadores, traductores, así como también de la transformación industrial que aportan imprentas, laminadoras y encuadernadoras. Este escenario inédito provoca que toda la cadena de valor resigne utilidades en favor de los grandes grupos concentrados que producen papel en el país y del puñado de importadores de papel ilustración.

No obstante lo anterior, desde el inicio de la pandemia, hay faltantes continuos de papel lo que no permite planificar la producción, ni mantener activos los fondos una vez que las tiradas iniciales se agotan. Por otro lado, este desabastecimiento hace que los editores se vean obligados a aceptar cualquier precio que se fije porque, si no, es imposible producir y mantener activas a nuestras empresas.

Entonces, con nuestras Pymes editoriales que se vuelven menos rentables, con crisis de abastecimiento, la producción tiende a menguar y la bibliodiversidad se ve amenazada por la imposibilidad de producir constantemente tanto novedades como reimpresiones, lo que vacía a las librerías de libros y concentra la oferta en unas pocas manos.

Por todo esto, podemos decir que sin papel no hay libros y que sin libros no hay librerías.

CÁMARA ARGENTINA DEL LIBRO

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