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150 X 0 = 0

José Muchnik

< Frente al dilema pasado o futuro, nosotros apostamos al futuro >, así concluye la declaración del 26 de julio 2019, de 150 personalidades (intelectuales, artistas, científicos…) que llaman a votar la fórmula  Mauricio Macri-Miguel Ángel Pichetto en las próximas elecciones nacionales de la República Argentina, el 27 de octubre 2019. Releo la declaración, corroboro los firmantes, interrogo ¿Cómo es posible que personalidades destacadas, con trayectorias como las vuestras se expresen con lenguaje de marketing político? Ustedes saben, distinguidos 150, que se trata de un falso dilema. Ustedes saben que las venas del pasado irrigan el presente. Ustedes saben que somos el resultado de una historia de sucesos, felices o infelices, que fueron modelando nuestras identidades, individuales y colectivas. Ustedes saben que es la comprensión de nuestro pasado, como nación y como humanidad, que nos permitirá discernir los futuros posibles. Coincidirán conmigo en que no es necesario que cite a Aristóteles, Marcel Proust o Fernand Braudel, para justificar que vuestro dilema es conceptualmente falso. Voltaire decía “Todos los acontecimientos son producidos los unos por los otros, si el pasado da a luz el presente, el presente da a luz el futuro” (Diccionario filosófico). No se trata de oponer el pasado al futuro, no se trata de apostar (vuestro verbo martingala) a uno o al otro. Se trata de comprender nuestro pasado, comprender en el sentido original de esta acción, de cum (con / juntos) – prehendere (captar / entender). Comprender juntos nuestra historia, comprenderla como sociedad, podríamos así evitar azarosas apuestas. Nuestro pasado son los pueblos originarios y la conquista colonial, nuestro pasado es la revolución de mayo, la gesta de la independencia, el espíritu sanmartiniano, nuestro pasado son las invasiones inglesas y la resistencia popular, es la guerra civil entre unitarios y federales, es la semana trágica, es la revolución nacional y popular del 17 de octubre, nuestro pasado es la dictadura militar y los 30.000 desaparecidos, la sumisión a los dictados del FMI y el corralito…

Oponer el pasado al futuro no sólo es falso, también es peligroso. Ustedes saben, estimados 150, que la negación del pasado, condujo a capítulos sombríos en la historia de la humanidad. No es necesario que rememore el ensayo de Jorge Luis Borges, “La muralla y los libros”. Ustedes lo conocen, ustedes saben que no se trata de una ficción, el emperador Shih Huang Ti existió, ordenó quemar todos los libros anteriores a él pues condenaba el pasado, quiso abolirlo. Las quemas de libros, la destrucción de estatuas y monumentos, son simbólicas de todos aquellos que oponen pasado y futuro, destruir el conocimiento y las ideas del pasado parece normal para los fundadores de “nuevas épocas”. Así sucedió cuando en Texcoco México, en el año 1530, los colonizadores hicieron una hoguera con los escritos e ídolos aztecas, repitieron la hazaña en 1562, en el Auto de fe de Maní, destruyendo ídolos y códices mayas. Así sucedió cuando en 1933, los nazis ordenan la quema de libros opuestos al “Tercer Reich”, el “Tercer Reino” que debía inaugurar una nueva era de 1.000 años en la humanidad. Así sucedió en el año 2001, cuando los talibanes que gobernaban Afghanistán, también decidieron abolir el pasado y dinamitaron los budas de Bamiyan que databan del siglo VI. En la República Argentina también tuvimos nuestros demoledores de estatua, entre otras las de Eva Perón a lo largo y ancho del país por orden de la Revolución “Libertadora”, que también pretendió abolir el pasado. También tuvimos nuestras “quemas de libros”, el 30 de agosto de 1980, en un terreno baldío de Sarandí, se quemaron un millón y medio publicados por el Centro Editor de América Latina.

¿Y si hablamos del futuro? Ustedes, estimados 150, manifiestan “apostamos al futuro”, como si el futuro estuviera predeterminado y les perteneciera. Vuelvo a leer la declaración para tratar de entender a qué futuro hacéis referencia, nuevamente encuentro lenguaje de marketing político, sobre el respeto del Poder Ejecutivo al accionar independiente de la justicia, sobre la gestión transparente de los medios públicos, sobre “la corrupción durante los años anteriores” y el renacimiento de la honestidad a partir del 2015. Si así lo creéis es vuestro derecho, yo estimo que se trata de falsedades. Pero lo que me causa mayor tristeza, por tratarse de intelectuales y artistas prestigiosos, es el vació conceptual de vuestra declaración.¿A qué futuro pretendéis conducirnos? Afirmáis que “se sentaron las bases para el desarrollo al que todos aspiramos” (en referencia al período 2015-2019). Ustedes saben que se trata de una generalidad, que la palabra “desarrollo” se ha usado y manipulado a voluntad, deben entonces especificar ¿Qué entienden por desarrollo? ¿A qué desarrollo se refieren? Porque “un desarrollo verdadero [no pasa sólo por] rutas, autopistas, puertos, aeropuertos, trenes, energía, redes de agua potable, de cloacas…”

Ustedes saben, estimados 150, que con el tercer milenio llegaron desafíos cualitativamente diferentes, que el capitalismo financiero ha incrementado como nunca las desigualdades sociales. Ustedes saben que el “libre mercado” quedó reducido a una expresión retórica, ya no tiene nada de libre, depende de monopolios financieros, de relaciones entre estados poderosos, de regulaciones institucionales. Ustedes saben que la revolución digital fragiliza aún más las situación de los trabajadores con deslocalizaciones industriales, trabajos temporarios, incremento de empleos basura… acentuando su condición de mano de obra barata descartable. Ustedes saben que la crisis social crea un caldo de cultivo favorable para la emergencia de nuevos autoritarismos políticos, de extremismos religiosos, redes mafiosas… Ustedes saben que la “globalización” esconde su reverso, el mundo se halla cada vez más fragmentado, recorrido por guerras locales generalizadas. Ustedes saben que el desafío medioambiental es una cuestión esencial, que debemos cambiar nuestra manera de producir y de consumir. Ustedes saben, estimados 150, que, hoy en día, hablar genéricamente de desarrollo, no significa nada, peor aún significa insensatez. No sólo oponéis el pasado al futuro sino que omitís hablar del presente, pues el presente muestra al rey desnudo, el candidato que apoyáis sin falsos discursos que lo cubran, el presente contiene signos inequívocos del futuro al que pretendéis apostar. Permítanme una licencia poética “Aquí y ahora: calles, fábricas, escuelas, hospitales, laboratorios, cárceles, prostíbulos, ministerios, islas de la tentación, campeonatos de todo tipo… Infinitos mundos de todas edades, de todos los números, de todas densidades: una mano sola, dos nostalgias secas, siete espadas colgadas… Truco, retruco, juegos no se tocan… ¡Noooo va maaaaaas!. Y sin embargo sigue yendo, continúan llantos, el niño en su patio, la anciana en su geriátrico, la prostituta en su cuarto… Infinitos mundos paralelos burbujeando” (extraído de “Crítica poética de la razón matemática, JM. 2015)

Podríamos concebir un desarrollo humano, un desarrollo en el que la economía esté al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía, un desarrollo inclusivo, socialmente justo, al servicio de la realización de los individuos y de la sociedad, un desarrollo para que la gente viva en armonía, entre ellos y con la naturaleza. En este mundo fragmentado no hay modelo para copiar, debemos construir nuestro “modelo de país” El dilema es, cómo a partir de nuestro pasado, de nuestra experiencia, de nuestras riquezas naturales y culturales, de nuestras diversidades regionales… construimos un futuro común. No un país primera potencia, sí un país para todos los argentinos que sea ejemplo de humanidad. Para ello, para pensar el modelo de país que queremos, para trabajar por el mismo, necesitamos recomponer la Unidad Nacional “Los hermanos sean unidos esa es la ley primera”, Martín Fierro es pasado y es presente. Ustedes, estimados 150, no mencionan la Unidad Nacional, ustedes saben que vuestra declaración, al dividir falsamente entre los que apuestan al pasado y los que apuestan al futuro, agranda la grieta… la maldita grieta que se instaló en nuestra sociedad, grieta que nos impide pensar juntos en el país que queremos. Sin unidad nacional, forzosamente popular, no habrá futuro para todos, sólo presente mezquino para una minoría.

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#Elecciones: «El gran negocio político de la derecha es la despolitización»

Gastón Garriga, especialista en comunicación política y redactor del libro «Campañas moleculares. Comunicación política territorial en tiempos de big data, fake news y posverdad», basado en la experiencia del Grupo Nomeolvides, se refirió al voto fluctuante de la población, a una semana de las PASO, y enfatizó que «hay una parte de la población despolitizada vulnerable que se preocupa de las formas y no de los contenidos de fondo». Garriga señaló que el oficialismo promueve campañas de odio y violencia y expresó que «se fundan en que no pueden justificar el presente económico, no pueden ocultar el pasado reciente, ni promover futuro».

@yerbayalquileres

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Se acabó el tiempo de indignarnos: empezó la campaña

Por Carlos Barragán  en Agencia NAC&POP

Recomiendo el libro “Campañas Moleculares” del Grupo Nomeolvides, que desde 2016 trabajan y estudian la manera de charlar y persuadir a esas personas con quienes no se puede hablar.

Se terminó el tiempo de hacer largas listas de todo lo que nos hacen, de todo lo que nos mienten, de todo lo que nos agreden. Ya fue lo de señalar las incontables injusticias, las crueldades, las mentiras y la hipocresía con la que siguen adelante. Pero sobre todo se terminó el tiempo de escandalizarnos y enojarnos con sus votantes.

Gastamos y cansamos ese asombro, y supongo que fue inevitable y también necesario.

Ya no podemos desperdiciar energías en expresar nuestro dolor o nuestra frustración, y menos en hacerles gastar energías a los compañeros invitándolos a que refuercen sus sentimientos de impotencia frente a este poder que nos destruye.

El tiempo de los lamentos debemos dejarlo atrás.

Debemos salir a militar para ganar las elecciones.

Sabemos de la muy relativa eficacia de ir a volantear o tocar timbre a la marchanta.

Y ya se agotó –por suerte- la propuesta de que deberíamos “reaccionar y salir a la calle” por tanta miseria aplicada a tantos.

Ellos tienen el aparato de creación de sentido, de comunicación y de imposición de realidad más grande y eficaz que hayamos visto.

Las redes son de ellos, los diarios son de ellos, los canales y las radios son de ellos.

Tienen google, el big data, y las trampas de Facebook.

Y ni siquiera disponiendo de su capacidad de llegada masiva seríamos capaces de utilizarlos como ellos saben.

Porque son sus armas, ellos las crearon y sólo a ellos les pueden servir en proporciones importantes.

Ellos conocen el secreto de manipular los miedos y los deseos de las personas.

Son los creadores de las fake news y la posverdad.

Nosotros podemos conseguir poco manejando esas herramientas, y poco es insuficiente.

Y necesitamos ganar las elecciones.

A nosotros, como a todas las fuerzas populares, nos queda el territorio.

Y no hablo del territorio donde están las organizaciones políticas barriales.

Hablo del territorio que cada uno de nosotros tiene.

La puerta de la escuela, la cola del banco, la panadería, nuestro lugar de trabajo, el colectivo, la estación de tren, las reuniones familiares y los paseos del perro.

Es en ese territorio donde podemos hacer la diferencia y conseguir los votos que necesitamos.

Que no son solamente votos, hay que salir a persuadir a quienes creen que la política es el problema y no la solución.

Debemos dejar en suspenso nuestras consignas, nuestros principios ideológicos, y conversar con esas personas que nos parecen tan extrañas para encontrar los puntos de contacto.

Desarmar con cuidado y sin actitudes pedagógicas la lógica que los hace ver a las víctimas como a sus enemigos.

Hacerlos dudar de todas las afirmaciones sin prueba ni asidero con las que piensan la realidad.

Acercarnos honestamente a esas personas para invitarlos a pensar juntos qué es lo que pasa y por qué pasa.

Debemos aprender a diferenciar, y no es tan difícil, quiénes de ellos son capaces de escuchar y quiénes no quieren escuchar nada, para no hacer esfuerzos inútiles.

Debemos aceptar que no todas las personas que votaron esta calamidad son malas personas o son estúpidos.

Porque no es así, y lo que necesitamos imperiosamente y con urgencia es comprender cuál es la realidad que nos rodea para actuar con eficacia.

Yo sé que no es esto lo que querríamos, no es esto lo que nos gusta, no es esto lo que disfrutamos.

Nos encantaría hacer plazas y reuniones militantes, compartir el entusiasmo y la alegría con los compañeros, pintar banderas, cantar, saltar, abrazarnos y comer choripanes.

Pero esta campaña es diferente.

Esta campaña nos exige astucia, paciencia, tonos medidos, inteligencia, esfuerzos y sobre todo argumentos diferentes.

Y lo sabemos.

Sabemos que no vamos a convencer a nadie hablando de soberanía, Patria y justicia social.

Que nadie nos va a escuchar si hablamos de redistribución de la riqueza y de independencia económica.

Y tampoco quieren saber sobre cómo los macristas hacen todo el tiempo negocios millonarios que nos empobrecen.

Esta campaña es chiquita, casera, íntima, hogareña, personal.

De uno a uno, haciendo entender que la plata no alcanza porque nunca alcanza cuando los gobiernos son neoliberales.

Que hay más pobres porque el gobierno no cuida las fábricas y permite que la plata se vaya por los bancos.

Que cómo puede ser que se hayan robado todo pero pagaron la deuda y los jubilados tenían remedios, la estufa encendida y les alcanzaba la plata.

Hay que hablarles de la vida cotidiana, hay que invitarlos a repensar su vida junto con nosotros.

En definitiva hay que darle una mano al que se extravió y traerlo de nuevo a la realidad.

Recomiendo la lectura del libro “La Conquista del Sentido Común” de Saúl Feldman, que explica cómo el macrismo viene trabajando de manera científica para construir consenso y sentido común desde hace doce años.

Y el libro “Campañas Moleculares” del Grupo Nomeolvides (ver en Facebook), compañeros que desde 2016 trabajan y estudian la manera de charlar y persuadir a esas personas con quienes muchos creíamos que no se puede hablar.

Asistimos en estos años a un brutal cambio de paradigma, que no sólo es regresivo en términos de libertad, institucionalidad y democracia.

Que puede ser conservador, liberal, ceócrata, global, facho, mafioso, gato, oligarca o lo que se nos ocurra.

Este cambio implicó modificar la manera como comprendemos la realidad y qué entendemos por verdad.

Esa es la nueva disputa en la que nos encontramos, y ahí tenemos que dar la batalla.

CB/