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Lago Escondido: Séptima marcha por la soberanía

Corto documental que retrata la séptima marcha por la soberanía al Lago Escondido organizada por F.I.P.C.A. En febrero de 2023 la columna «Juana Azurduy» acampó en las orillas de la mansión que el magnate británico Joe Lewis tiene en el Lago Escondido, provincia de Río Negro, Argentina, mientras cientos de manifestantes intentaban el ingreso por el camino de «Tacuifí», que debería ser de libre acceso.

Así, las columnas dejan un precedente para un 2023 de elecciones en Argentina, la unidad se encuentra cuando se lucha. Reuniones del ex presidente Macri con Obama en 2016, reuniones entre jueces federales, accionistas del grupo Clarín y sectores ligados a los grupos de inteligencia han develado que la mansión del magnate británico funciona como un centro de operaciones de la OTAN y el Comando Sur. Este grupo de 61 patriotas fue a mostrarle los dientes y a decirles que el pueblo argentino no se arrodilla, no claudica y no se rinde.

Difundamos el corto, que llegue a toda la Patria Grande. . .

Ficha técnica: Guión: El pueblo argentino
Cámara y edición: Diega Belaunzarán Colombo
Drone e imágenes de «Tacuifí»: La Grifería Comunicación e Iván Bonicci
Imágenes GoPro: Rocío Cardenas
Música: «Génesis» – Soda Stereo, «10 décimas de saludo al pueblo argentino» – Alfredo Zitarrosa, «Tierra Zanta» – Trueno, Victor heredia, «Fuegos de Octubre» – Patricio rey y sus redonditos de ricota

Libros que te puden interesar:

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Hasta mañana: Argentina Lee Verano 2023

Fuente: CONABIP

Juegos, lecturas y libros en las actividades propuestas en todo el país junto a los bibliomóviles, conocelas.

Agenda

Martes 14 de Febrero

-En San Clemente 15.00 h «Teatralización y adaptación de La SeriSienta, un cuento con todo el cuerpo por la Compañía Teatral Las Mundas» en el Polideportivo San Clemente, calle 27 n°998      

-En Necochea 15.00 h Lecturas en ojotas. Promoción de la Lectura. Festival de Arte y Salud «Enamorados del arte»  en el Hospital provincial Domingo Taraborelli, Calle 49 N° 1868  

-La Pampa 18.30 h Taller para niñes «Arte y poesía” en la Biblioteca Popular Teresa Pérez, Gandhi 550 Barrio Escondido

Miércoles 15 de Febrero

Mar del Tuyú 18.00 h “Cocina de Canciones” Por Sofía Viola en Casa de la cultura y la Memoria, Calle 69 y 4

-Necochea 18.00 h Taller y clase abierta de folclore por la Agrupación Takiri en Peatonal 85 Necochea        

-Santa Rosa 18.00 h Narración y juegos para niñes Biblioteca Popular Teresa Pérez en Gandhi 550 Barrio Escondido

Jueves 16 de Febrero

-Santa Teresita 15.00 h Caminando historias, payases, cuentos y títeres en el Polideportivo Santa Teresita, calle 45 y 13       

-Necochea 18.30 hCocina de canciones con Sofía Viola en la BP Andrés Ferreyra, Calle 54 entre 61 y 63       

-Pocitos San Juan 10.00 h Cuenta Cuentos, juegos de piso, ajedrez, rompecabeza y títeres en La Rinconada Calle 14 y Callejón Sancazani 

Viernes 17 de Febrero

-Mar de Ajó 10.00 h «Hilos de lecturas» entramado de aventuras, personajes, sonoridades y momentos en el Polideportivo Mar de Ajó, E. del Campo y R. Mejía

-Miramar 17.00 h El Estado Verano, carnaval en Miramar, música en vivo y lectura en ojotas en Avenida 26 y Avenida 23     

Sábado 18 de Febrero

-Santa Teresita 18.00 h «Clown Cuentacuentos Música en vivo» en el Parador Santa Teresita Av. Costanera 710

Martes 21 de Febrero

-Chimbas San Juan Juegoteca, títeres, canciones y cuenta cuentos. Graffiti en vivo, en el Complejo Ferial en la Fiesta Nacional del Sol

Para ver la galería de fotos de las actividades ingresá acá

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Interrumpir el tiempo y detenernos en el Carnaval

Fuente: Interculturalidad e infancias

«El tiempo ha cobrado otro valor: intenso, profundo. Quizás el mayor aprendizaje del Carnaval resida en mantener abierta la posibilidad de percibir y aún producir esos momentos de temporalidad distinta –extracotidiana, sagrada, o como quiera llamársela– para detener el vértigo urbano y cambiarle el sentido. Generar pequeños carnavales interiores que permiten la renovación de nuestras fuerzas, única posibilidad de modificarnos cuando percibimos que los opuestos pueden unirse, que la realidad no es más que una lectura de la realidad. Aceptar que el caos es necesario, que la ruptura dionisíaca del bailarín murguero, el disfraz que permite mostrar nuestras verdaderas máscaras, el canto callejero que viene de lejos, posibilitan el posterior orden en que habrá de fluir nuestra existencia. Se trata de pensar en carnaval sin las ataduras lógicas convencionales de una racionalidad necesaria pero limitada, desarrollando esa capacidad de barajar y dar de nuevo interminablemente como lo hacen nuestros pueblos desde el principio de los tiempos. Se trata de aprender a dejarnos estar interrumpiendo el transcurso. Se trata de meternos de lleno en los ritos que nos identifican y de crear los nuevos ritos que habrán de proyectarnos.»

Pensar en Carnaval por Héctor Ariel Olmos, En El universo creativo del carnaval . Selección de textos de la publicación El Corsito / Anónimo; compilado por Coco Romero. Buenos Aires. Libros del Rojas. 2018.

Literatura de carnvaval:

  • la murga porteña coco romero
    $20.500
  • Carnaval Prohibido
    $14.300
  • Chico, repique y piano hugo ferreira
    $11.000
  • Expresiones/Experiencias en tiempos de carnaval
    $17.500

↓ PROMO MURGA Y CARNVAL ↓

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Una mirada desde la historia

Por Miguel Galante, para Revista Zoom (23/01/2023)

En torno a la policía porteña y el libro «La Gorra. Prontuario de la Policía de la Ciudad» de Eduardo Silveyra.

Por Miguel Galante, integrante del Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. 

Dado que soy historiador, voy a empezar por algunos antecedentes históricos relativos al libro y tema que nos ocupa. La caída del gobierno de Rosas (Batalla de Caseros, 1852) implicó la separación del Estado de Buenos Aires de la Confederación Argentina, iniciando un enfrentamiento que terminó con el triunfo de Buenos Aires en la Batalla de Pavón (1861) y con el proceso de reunificación nacional liderado por las elites porteñas. Sin embargo, la “cuestión de la capital” continuó siendo un motivo  de disputas entre 1860 y 1880, la Ciudad de Buenos Aires fue la sede provisoria de las autoridades nacionales, mientras la policía que custodiaba sus calles seguía dependiendo del gobierno provincial. (Algo que suena a contemporáneo, ¿no?)

Esa ambigüedad comenzó a resolverse con la federalización de Buenos Aires en 1880 y la construcción de una capital para la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad de La Plata, que se convirtió en la cabecera de una nueva policía.

De este modo, la antigua Policía de Buenos Aires (a la vez urbana y provincial) fue dividida en dos instituciones diferentes: la Policía de la Provincia de Buenos Aires (aún existente) y la Policía de la Capital (1880-1943), cuya novedad era que pasaba a recibir órdenes del Poder Ejecutivo Nacional por intermedio del Ministro del Interior. Sin embargo, lejos de ser una solución definitiva para la policía porteña, la capitalización de Buenos Aires fue el comienzo de una disyuntiva: ¿debía convertirse en una policía metropolitana o cumplir una misión federal?

La nueva Policía de la Capital tendió a seguir la primera opción, aunque, al ser un poder en manos del gobierno nacional, en la práctica recaían sobre ella algunas atribuciones que excedían la jurisdicción urbana. La creación de la Policía Federal Argentina (PFA) -la cual entra en funciones solo a partir del 1 de enero de 1945- acabó reconociendo esa realidad, pero nunca resignó el monopolio de la vigilancia de la ciudad en la que tenía sede, perpetuando así un modelo híbrido de una fuerza de seguridad a la vez urbana y federal. 

Se trata de un debate revisitado una y otra vez, en especial desde que la reforma constitucional de 1994 le otorgó a la Ciudad de Buenos Aires el estatus de estado autónomo con capacidad de organizar su propia policía.

Tras ese propósito, en 2008 se creó una Policía Metropolitana y, a lo largo de casi una década, se vieron frustrados los intentos de traspasar las comisarías seccionales de la PFA a la nueva institución, dejándola en una posición débil, con escaso control territorial. La concreción comenzó cuando el gobierno de la ciudad y el nacional fueron del mismo partido político: el PRO. El presidente Macri y el Jefe de la Ciudad, Rodríguez Larreta, anunciaron en 2016 la creación de la “Policía de la Ciudad”, que habría de absorber a la Metropolitana y hacerse cargo de las comisarías. Muchas denominaciones y cambios institucionales para un mismo problema: vigilar las vidas y bienes de la principal ciudad argentina, sede del poder político y económico del país. 

Si se recurre a la página web oficial de la PFA pueden verse resumidos algunos de estos procesos. En principio se narra con detalles diversos cómo la Policía Federal Argentina, con jurisdicción en todo el territorio nacional, fue creada sobre la base de la Policía de la Capital “tomando como ejemplo al Departamento Federal de Investigaciones de Estados Unidos” el 24 de diciembre de 1943, mediante Decreto Nº 17.750 del PEN, como una de las ramas de la Policía de la Capital, dependiendo del Ministerio del Interior. Progresivamente fue asumiendo funciones de la institución policial preexistente. 

El sucinto resumen histórico recorre datos y conceptos previsibles. Más aun, llama la atención lo referido a sus transformaciones bajo la dictadura autodenominada Revolución Argentina:

“En 1971, bajo la jefatura del General Jorge Esteban Cáceres Monié y en plena vigencia de la Doctrina de Seguridad Nacional, se llevó adelante una reestructuración general y profunda de la estructura orgánica de la PFA, en un contexto signado por el crecimiento y radicalización de la protesta social y política. Esta reestructuración interna de la PFA apuntó a adecuar a la institución policial en su conjunto a las necesidades surgidas de un contexto de ampliación y diversificación de las funciones policiales y al establecimiento de una nueva prioridad en la agenda de las fuerzas de seguridad: la lucha contra la subversión. Es así que la PFA tomó un nuevo formato organizativo que apuntó a fortalecer la cadena de mandos y la estructura jerárquica, así como también a generar una mayor división de tareas y especialización entre los diferentes componentes de la institución. El viejo modelo tomado de la fuerza policial norteamericana fue cambiado por el de las Superintendencias, dedicadas a áreas específicas de la intervención policial.” (las negritas son mías).

La claridad con la que son expresados los nuevos objetivos y la agenda de la PFA en esa dictadura no deja de sorprender (si bien la hipótesis de guerra interna/“Doctrina de la Seguridad Nacional” como eje central del accionar de las fuerzas armadas y de seguridad va madurando desde 1957, cuando el Ejército Argentino “importa” expertos franceses en contrainsurgencia).

En la siguiente dictadura cívico-militar, la PFA pasó a formar parte del dispositivo represivo del Estado Terrorista que –siguiendo a Eduardo Luis Duhalde en su análisis integral y certero- puede definirse como una nueva forma de Estado de Excepción, que niega muchas de las bases del Estado Democrático-Burgués, ante la convicción en sectores dominantes y cúpulas de las fuerzas armadas de que la sujeción a las leyes –inclusive las dictadas por el propio régimen- sería insuficiente para imponer un nuevo de acumulación (de valorización financiera) y derrotar las formas de resistencia obrera y popular. Eligieron estructurar –casi con tanta fuerza como en su faz públicauna faz clandestina del Estado para instaurar el terror como método fundamental (ello incluía la desaparición forzada, tortura y muerte de personas seleccionadas, entre otras herramientas). Desde las máximas autoridades gubernamentales hasta funcionarios policiales y jueces, el Estado Público negaba aquello que su Estado Clandestino hacía.  

Sabido es -no hay espacio para desarrollarlo aquí- que buena parte de esa ideología y prácticas impuestas en las fuerzas de seguridad sobrevivieron en un marco de intentos de reformas, dispares y discontinuas, de las diversas fuerzas de seguridad y policías provinciales durante la democracia. Concretamente, queremos referirnos a la desaparición forzada de personas, es decir aquellas producidas por el Estado. Adriana Meyer documentó en su libro Desaparecer en Democracia (2022) 218 casos de ese tipo de desapariciones en casi 40 años de democracia. Resulta evidente que en un gobierno constitucional/democrático pueden darse practicas características del terrorismo estatal (desde el punto de vista jurídico, Delitos de Lesa Humanidad); los argentinos lo hemos vivido claramente durante el gobierno de Isabel Perón ya por fuerzas parapoliciales – la Triple A, la más conocida – ya por el propio Ejército Argentino -inicialmente en Tucumán- en 1975.

Como bien desarrolla Eduardo Silveyra en el capítulo diez de su libro, hay demasiados indicios que en la desaparición del policía de la Ciudad Arshak Karhayan (de 28 años) habrían estado involucrados integrantes de la propia fuerza. La hipótesis es que el joven de origen armenio vio o supo algo de las actividades non sanctas de la Policía y que eso habría sido fatal. La tarea del juez a cargo del caso –que puso a investigar a la misma fuerza acusada por la familia de Arshak- se muestra lenta e inefectiva (¿desinteresada?). De confirmarse judicialmente, este nuevo caso ratificaría la afirmación de que la cultura policial de la dictadura –vía la incorporación de  ex-policías de la Federal, de la Bonaerense e integrantes de otras fuerzas de seguridad, algunos exonerados, otros retirados, otros en actividad– no fue del todo erradicada de la Policía de CABA.

Para finalizar unas líneas breves relacionadas con algunos aspectos teóricos. Desde una mirada liberal clásica, dos pilares fundamentales del Estado y de la seguridad ciudadana fueron siempre la justicia y la policía. En esa línea, desde un punto de vista político, hablar de policía o del poder de policía es analizar la cuestión el poder del Estado sobre los individuos. Se trataría de un poder monopólico que en sistemas dictatoriales admite prerrogativas propias de un soberano absoluto, no sometido a ley alguna. Sin embargo, en sistemas donde rige el estado de derecho –como los regímenes democráticos contemporáneos– esas potestades están limitadas por leyes y normas constitucionales.

Pero desde una perspectiva social esto es bien diferente: el poder de policía no remite solo a potestades del Estado sobre derechos individuales. Cabe aquí citar a Michel Foucault en su Vigilar y Castigar (1975): 

«Ha sido absolutamente necesario constituir al pueblo en sujeto moral, separarlo pues de la delincuencia, separar claramente el grupo de los delincuentes, mostrarlos como peligrosos, no solo para los ricos sino también para los pobres, mostrarlos cargados de todos los vicios y origen de los más grandes peligros. De aquí el nacimiento de la literatura policial y la importancia de periódicos de sucesos, de los relatos de horribles crímenes”.

Esa separación implica marcar a otros a los que vigilar, controlar, castigar y reprimir. Así, la policía actúa sobre otros seleccionados previamente. Mantener el orden implica defender a la sociedad de “otros” considerados peligrosos. Se trata de una delimitación cambiante: parte de las necesidades del capital en cada momento histórico y es personificado por el Estado, que expresa su poder a través del monopolio de la violencia considerada legítima. A esos “otros”, al grupo de los delincuentes, se los empujará a la muerte o se los hará morir en tanto “peligro biológico” -diría ese filósofo francés – para las vidas a ser defendidas.

Volviendo a la historia, en 1921 el jefe de la Sección Identificaciones, Comisario César Echeverry, distinguió inicialmente veinticuatro actividades o especialidades delictivas:

“Ladrones de a bordo, asaltantes, scruchantes, burreros, punguistas, spiantadores, biabistas, descuidistas, madruguiestas, mecheras, perqueros, tocomocheros, empalmadores, bocheros, filo-mishio, estafadores comerciales, gráficos, falsos inspectores, cuenteros y estafadores varios, pederastas lunfardos, mujeres lunfardas, falsificadores y circuladores de billetes de banco, spiantadores de vehículos, terroristas y anarquistas, agitadores de huelgas y sindicatos sospechados de anarquistas y vinculados a ellos”. 

Citado por A. Rodríguez y E. Zappietro, Historia de la Policía Federal Argentina a las puertas del tercer milenio. Génesis y desarrollo desde 1580 hasta la actualidad;  Editorial Policial, 1999)

En las últimas cinco categorías mencionadas estaba el nudo: la llamada Cuestión Social, que desde principios del siglo XX preocupaba a las elites sociales y políticas.

Si llevamos la cuestión hacia nuestros días, hay necesarias diferencias y reformulaciones pero se gira en torno a lo mismo: el conflicto social –la lucha de clases-  y, lógicamente, las diversas organizaciones sociales y políticas a vigilar y, de ser necesario, castigar. El libro de Silveyra, en su página 29,  nos ofrece una rápida enumeración de la delimitación actual:

“sobre todo si portan los rasgos biométricos propios de los que son objeto de la represión, abuso o discriminación. Trapitos, vendedores ambulantes, migrantes de cualquier nacionalidad y gente en situación de calle son los sujetos de la objetivación del control policial en los espacios públicos”. 

Con ser representativa la lista parece incompleta. Para acabarla recomendamos la lectura de su documentada y lograda investigación periodística: “La Gorra. Prontuario de la Policía de la Ciudad” (Ediciones Ciccus, 2023).

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Jorge Gestoso entrevista a Gabriel Fernández

Entrevista a Gabriel Fernández por Jorge Gestoso en Telesur:

Desde hace bastante tiempo, el capital financiero ha gobernado parte del planeta. Pero su dificultad radica en absorber la zona productiva de la sociedad. Las naciones multipolares están bregando por la configuración de un capitalismo productivo. El BRICS es parte de un proceso de asociaciones regionales industriales. También la OCS. Hace falta potenciar la unidad de las naciones latinoamericanas. Los EEUU pretenden sostener su control sobre nuestra región. Pero nuestros pueblos no son débiles. La derecha no avanza: está inflada por los medios que orienta el capital financiero.

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